Entre lo imposible y lo improbable. En esa horquilla me he estado moviendo desde hace ya años. Y, sin embargo, lo improbable ha ocurrido, y lo imposible no parece tener cabida. No tengo derecho a cerrarme puertas que ya he visto y comprobado que se abren solas. Desconfiamos de lo fácil, y buscamos el drama donde no lo hay... Es lo que tiene darse al ocio durante unos días, que te pones a buscar lo inconveniente para aburrirte menos, y quieres que algo aparezca de pronto y te sacuda el aburrimiento. Pero hoy me he dado cuenta de que sólo es viernes, y de que apenas han pasado tres días, y no la eternidad que a mí me parecía. Lo que es, no existe, sólo existe nuestra percepción de ello.
A riesgo de contradecirme, los últimos días me he dado cuenta de algo. No se puede elegir una dirección consciente que vaya en sentido contrario a donde realmente te quieres dirigir. Cuando te tienes que obligar a algo, en realidad no quieres hacerlo, sólo crees que debes. Y yo prefiero vivir en un mundo donde, cuando sales a la calle, las cosas que ves te cuentan lo que necesitas oír, y lo cotidiano se convierte en otra cosa distinta, en algo mejor. "Tu imaginación es nuestra realidad"; y justo al lado, un espejo donde reflejarla. Por donde caminaba el cielo estaba azul, las espesas nubes negras habían hecho una especie de pasillo casi perfecto sobre el bulevar. Sólo hizo falta una acción diferente antes de salir; aplicar la reversibilidad. No esperar a que una causa cree el efecto, sino hacer que el efecto cree la causa. Y más o menos en el mismo momento en el que yo miraba a un coche revelando un secreto a voces, a las 18:18 de la tarde exactamente, alguien me miraba a mí.
Sin frío, y con un poquito más de volumen, casi que lo tengo todo a mi favor.
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