domingo, 31 de marzo de 2024

Collage

La semana (a tope de viento, frío y lluvia), no ha sido la más divertida del mundo, pero la he aprovechado. El domingo pasado, para rematar un fin de semana especial, me llegó a última hora de la noche un anuncio por WhatsApp. Un anuncio que me permitía lanzarme al vacío con red de seguridad. Al día siguiente me puse en contacto, y solicité un espacio para mí. Y me lo dieron: 15 minutos para probar(me). No podía dejarlo pasar. Si lo pensaba mucho, no lo hacía, así que actué rápido. Al mismo tiempo, me contestaron de otro anuncio para hacer un curso gratuito. Envié toda la documentación, y estoy a la espera de obtener plaza. Sacrificaría todas mis mañanas, dejándome poco tiempo y poca energía para mi material, pero era otra de esas cosas que no podía dejar pasar. Ese curso me puede abrir las puertas de la ciudad soñada. No sé si me darán plaza, pero era obvio que tenía que intentarlo. El miércoles volví al Albaicín, esta vez con un buen amigo, que me hizo un super regalo. Yo le regalé mi camiseta de Rick & Morty, que me pareció un regalo original por varias razones, pero nada comparado al "Sin Plumas" de Woody Allen. Eso es un regalo de verdad. Y, además, me hace recordar a mi amigo Constantino, donde quiera que esté. El resto de la semana he intentado trabajar lo que me ha permitido el cuerpo, y he hecho algún avance técnico. Ya me quedan sólo cuatro días para ultimar detalles importantes y grabar. Entretanto, sigo esperando a que aparezca "esa persona". 

Por lo demás, páginas más escasas de lo normal. Tareas hechas dentro de lo posible (si el tiempo no acompaña, no se pueden hacer ciertas cosas). Me autorregalé una tarrina de pollo con patatas porque soy así de cutre (y cerda), armé un collage igualmente cutre porque lo tuve que dibujar, aunque, al final, eso es más creativo que recortar revistas. Saqué mi culo al balcón, porque con frío no voy a ningún puto sitio, escuché mi disco, mi casa olía a coco... todo bien. Pero siento que no he prestado atención a casi nada. El ajetreo de la semana santa, con su mal tiempo, sus días festivos, sus horarios alterados... me han tenido en otra parte. Para colmo, hoy ha entrado el horario de verano, y me han robado una hora de mi tiempo. Pero cómo mola que empiece a atardecer a las 20:30. 

A partir de mañana, entra de a poco el buen tiempo otra vez. Quiero visitar el bar sin nombre, grabar, ir al parque con Chulo, volver a guardar las bufandas, y llamar a mi amiga Silvia (contactar con ella la semana pasada fue una alegría compartida). Al final, también recibí respuesta de esa otra persona. Así que bien: 3 de 3. 

Ayer, mientras leía "Sin Plumas", y después de haber hecho mi collage, me di cuenta de que yo misma soy un collage. Una crisis de identidad me invadió (es lo que pasa si lees a Woody Allen, y además empatizas), y empecé a pensar en todos esos rollos existenciales que me vienen a la cabeza de vez en cuando. ¿Hay algo que sea mío? ¿Algo que me defina? ¿Quién coño es Beba Jiménez? ¿Me hace única no ser única? Qué actriz se está perdiendo el mundo… puedo ser cualquiera, y tengo que conformarme con ser yo; un ente abstracto sin base firme.  Igual creo que mola ser un collage; un cóctel de distintos ingredientes que aparentemente no combinan, pero que al final es bebible. O puede que trate de autoconsolarme con esa idea para no reconocer que estoy, y siempre he estado, perdida en este mundo raro de dudas, incertidumbres y porqués. 

domingo, 24 de marzo de 2024

Algo especial

Esta semana ha sido, vamos a decir, intensa. Terminé la parte de texto que me quedaba, y empecé a poner de pie el tochaco. Todo bien, hasta que el jueves colapsé. Me quité las obligaciones de encima, pasé de seguir "sufriendo" por algo que no podía manejar. En otras palabras, me rendí. De pronto, no había razón para seguir enredada en algo que sentía que no podía hacer sola. Solté al aire toda responsabilidad, y con mucha pena, y mucha frustración, acepté que había equivocado el tiro, que no era por ahí. Y me consolé con el hecho de haber llegado tan lejos. Eso ocurrió el jueves. Los días previos pasaron con normalidad. El miércoles me fui al mercadillo (hacía años, muchos años, que no iba) para cubrir la cita. Sorpresa; encontré un puesto donde vendían castañas, y compré un euro sólo por sacarme la espinita de aprender a asarlas sin la ayuda de ninguna vieja loca. Castañas en primavera, así soy yo. Porque el miércoles entró oficialmente la primavera. Asar las castañas fue mi "algo nuevo en la cocina". Me comí una en condiciones, el resto tuve que roerlas como una maldita ardilla, pero qué más da. El jueves se nubló la vida, y de pronto el viernes volvió a salir el sol. Liberarme del estrés de seguir una agenda, de la presión de cumplir un programa, hizo que ese día todo saliera perfecto. Tras muchas horas haciendo mil cosas en casa (cosas divertidas), me senté a leer mi tochaco. Adelanté más de lo que esperaba, y lo que es mejor, me gustó sacarle cosas divertidas. Todo lo que el jueves me parecía horrible, el viernes me gustaba. Ese día encontré todas las respuestas del mundo en muchas pequeñas cosas. Y sin buscarlas. Venían solas. Hasta con coros de fondo. Por la noche, después de todo un día experimentando cosas muy chulas, y muy locas, ocurrió lo más extraordinario. Una de esas cosas que piensas (no que escribes, o googleas, o dices en voz alta), simplemente algo que piensas para ti, apareció en mi cara. Un peli, de las miles de millones de pelis que se han hecho, apareció en la pantalla de inicio de Netflix. ¿Qué probabilidades hay de que esas cosas pasen? Justo esa peli, justo después de pensar en ella. Pasaron cosas parecidas a lo largo de todo el día, tantas que se me ponían los pelos de punta, pero lo de la peli me voló la cabeza. Grité y todo, como el que grita al ver su número de la lotería premiado. Hasta mis bichos se asustaron. Pensé "hoy todo lo que pido se da. TODO. ¿Qué hago con eso?". Empecé a pensar en cosas importantes, pero mi mente sólo quería pensar en una cosa, esa cosa que me trae loca, esa cosa que quiero sacar a toda costa. Pero fui más específica: pedí ayuda. Puede que llegue o puede que no. No es algo inmediato. Y quizá, si no llega, es porque no hace falta. Chorreaba optimismo a espuertas. Esa energía, ese "buen rollo místico" se alargó todo el fin de semana. ¿Por qué soltarlo? Ahora ya sé que si me pongo y no sale nada, tengo que hacer otras cosas y ya está. Al carajo con los límites, y el estrés y la presión de cumplir a toda costa. Sin pausa, pero sin prisa. Era así de fácil. 

Al margen de todo esto, las tareas han ido saliendo también. Apunté los gastos de la semana, y he sido muy buena. He juntado ramitas, y flores, y piedras, aunque la mejor piedra me la encontré en una de esas "casualidades" que te vuelan la cabeza. He abierto las carteras que encontramos en la calle para que se llenen, y he juntado todo eso en mi rincón. También he hecho lo de contactar con ciertas personas, y he confirmado que una de ellas no quiere saber nada (doble trabajo). Con las otras dos estoy mucho más contenta. Especialmente con la que respondió enseguida. Puede ser un hilo del que tirar... Volví a revisar el armario, y tiré un par de calcetines medio rotos, y un bikini absolutamente destrozado que hacía ruido al estirarlo (guardamos cada cosa...). Pero lo mejor es que le voy a dar una nueva vida a una camiseta. Algo especial, para alguien especial (no todo va a ser tirar). Los calcetines los repuse cuando fui al mercadillo, y de paso arreglé el regalo del día del padre. 

Esta semana todo ha salido bien. Incluso el jueves negro fue necesario para que todo saliera bien. Y con música de fondo es todavía mejor. El día que me puse a revisar contactos vi sin querer la nueva foto del perfil de un contacto bloqueado, y hasta eso me gustó. Cómo cambia la realidad según los ojos con que la miras. Cómo cambia lo subjetivo cuando se vuelve objetivo. Me tuve que reír...  En serio, esta semana ha sido ALGO ESPECIAL (hasta salió por fin el nuevo número del Batracio Amarillo)👇






Le queda una semana al mes, la Semana Santa. Y luego tendré cuatro días sueltos de Abril antes de despedirme de mi espacio para todo, de mis horarios libres, y de mi deseado silencio. Una semana y media para memorizar 35 páginas, y grabar. Después habrá que improvisar y echarle paciencia a la vida otra vez. A ver si aprovecho bien mis recién recuperados "poderes mágicos", y encuentro soluciones viables para no bajar de donde estoy. Desde aquí tengo buenas vistas. 


domingo, 17 de marzo de 2024

Apurada

Hoy no he cumplido mucho; es uno de esos domingos tontos.

Atascada con una página (la del tema "delicado"). No se puede poner fecha a ciertas cosas. "Inténtelo de nuevo más tarde".

Hice un archivo de imágenes (otro) con cosas más mundanas; caprichos para el futuro. 

Las páginas son escasas porque no me tomo el tiempo para escribirlas, y no siempre hay agua que sacar del pozo. 

Hasta la cita de esta semana se ha frustrado (otros planes surgieron en su lugar). Pero no me preocupa tanto. Me dedico todos los momentos del día, ¿para qué inventar otros nuevos? A veces es divertido, pero no siempre hay disposición, o ganas. Sobre todo cuando se te echa el tiempo encima y no has terminado lo que debías terminar.

Se me acaba el tiempo y se me acaba el dinero. Así es difícil disfrutar de las cosas. Y miro por ahí, a ver si veo algo, pero no encuentro letreros claros. Un local vacío en una zona mejor. Eso sí que lo he visto, pero de poco sirve si no hay medios. Además, no lo quiero para mí, sino para que alguien más se ocupe y me de a mí la posibilidad de disfrutarlo. 

¿Dónde se buscan las cosas claras?

No sé si llego.

No sé si puedo.


domingo, 10 de marzo de 2024

Privación a medias

Ya ha pasado mi primera semana de aclimatación a la deseada soledad. Los dos o tres primeros días pensé que iba a perder el tiempo de la misma manera, pero sola. Sin embargo, no sólo estoy adelantando en muchas cosas, sino que el jueves abrí el documento con la vaga intención de echarle un ojo y poco más, y acabé trabajando horas en él. De hecho, está prácticamente terminado. Algún fleco por cortar, pero poco más. Porque viendo que funcionó tan bien, el viernes repetí, y el sábado, y hoy. Ya había hecho el trabajo gordo el jueves, pero estos días sirvieron para dar pinceladas interesantes. 
Se suponía que esta semana tenía que privarme de ciertas cosas; "aburrirme". No lo he hecho del todo, pero sí que he reducido el flujo de ruido. Una semana mirando el gotelé es mucho tiempo, aunque reconozco que el primer día lo llevé más a rajatabla y, además de escribir el artículo que me faltaba para la revista, se me ocurrieron varias ideas para los próximos. Y limpiando el armario descubrí que tenía un par de pantalones que ni me entraban. Así que no está mal practicar la privación de vez en cuando. 


Voy a tener que levantarme más temprano para escribir. Se me queda corta la mañana. Esto de estar sola mola mucho, pero también me obliga a encargarme de todo, y necesito tiempo para vaguear, si no, no funciono. 
Uno de los dos días que hizo sol esta semana, me fui al parque grande con mi perro, una toalla y una botella de agua, y me tiré en el césped a producir vitamina D con toda la calma. Eso, y tragarme la soporífera "El Espíritu de la Colmena", hicieron mi cita de esta semana (He cumplido, ya sé quién es Erice, y puedo discutir sobre la maestría de esos planos infinitos de paisajes castellanos, la sordidez de la época de posguerra tan bien plasmada en su fotografía, y ese guion que no necesita palabras (si acaso algún susurro), para mostrar la fantasía de una niña pequeña después de ver una peli en algo parecido a un cine. ¿Qué pintan las abejas en todo esto? No voy a verla otra vez para averiguarlo, pero ya puedo dármelas de cultureta). 
Hice un par de llamadas "raras" como dos intentos diferentes de buscar la inspiración fuera. Caí tarde en la cuenta de que no tengo dinero para comprar inspiración, y que el norte queda lejos para pedir favores. 
Escribí unas palabras mágicas que, desde el jueves, leo con vehemente fe. 
Y la mejor noticia de la semana también llegó el jueves. Mi sobri sigue bien agarrado al útero de su madre y, si no pasa nada raro, en agosto llegará a este mundo de mierda. Confirman que Hugo tiene pito, y un latido potente. ¿Qué importa el éxito o el fracaso cuando voy a ser tía en unos meses? 


domingo, 3 de marzo de 2024

19:19

Como he mandado los horarios a la mierda esta semana, no he escrito todo lo que debía, pero he escrito a diario, eso sí. Por otro lado, no mola mucho ver lo basurilla que es una a veces, y es mejor obviar los detalles, y sólo mencionar "el incidente" para que conste. Intentaré que no me pase más. Nada de esto tendría sentido entonces. 

El jueves fui a ver un concierto al Liberia. Ese día fue al mismo tiempo mi cita particular, y el momento más significativo de la semana. No tenía ganas, cero. Hacía frío, y mi energía estaba todavía más por debajo que la temperatura, mucho más. Tenía que hacer ejercicio, ducharme e irme al centro. Eso era todo. Y no había fuerzas, ni motivación. En su lugar sólo había un inexplicable vacío, y una ligera sensación de ansiedad. Busqué excusas razonables: "¿por qué hacer algo que no me apetece?", "¿a quién tengo que complacer?", "si no me apetece, no me apetece, es válido", "hay cosas que no se pueden planear, no es para hacer un drama". Y cuando ya estaba casi convencida, recordé que hace unos meses hice un trato, y yo sólo tenía que cumplir mi parte. No podía permitirme fallar. 

Empecé por lo primero, y saqué la esterilla, más por un intento de reducir la ansiedad que por "cumplir". Pero una vez que me puse, quise hacerlo bien, y llegué hasta el final. Hice más de lo que tenía previsto. Me esforcé más que otras veces. En el fondo me estaba castigando, no sin cierto desahogo. Cuando paré para beber agua, miré el reloj, y pasó algo difícil de explicar. Algo que me hizo llorar, más por una necesidad fisiológica que otra cosa. "¿Y esto qué significa? Si es que significa algo...". Y una voz interna me dio la respuesta. Era yo diciéndome lo que quería escuchar, eso está claro, pero así funciona la mente. Eso es programar la mente, y me flipa que funcione. Terminé la segunda tanda, con la seguridad de que tenía que hacer todo lo planeado porque había una razón. Ahora podía verlo con claridad. La motivación había llegado sin buscarla. Me metí en la ducha, me arreglé y me fui al concierto. 

En el camino iba pensando que seguramente todo este momento místico autoinducido no tendría ninguna relevancia, pero al menos había servido para mover el culo del sofá y no sentirme como la perra más grande del mundo. Y sólo por eso, ya estaba bien. Pero hubo algo más. Ir al concierto abrió una puerta, y una sensación de seguridad que una hora antes no tenía. No quiero hablar mucho más de esto, porque atravesar esa puerta es de las cosas más difíciles que haré en mi vida (suponiendo que lo haga), y me queda un camino importante que recorrer antes. Tengo un mes para andarlo. 

Esta semana tengo que desconectar de casi todo, y hacer alguna llamada. Y trabajar. Sobre todo, trabajar. Y si me tomo en serio todas las indicaciones, es porque creo que puede funcionar.

Creamos lo que creemos. Lo supe en carne propia el jueves pasado a las 19:19. Yo no creo en numerología ni en pseudociencias del estilo, pero creo a tope en el poder de la mente humana. Al final, las cosas significan lo que tú quieras que signifiquen. Dudar es parte del proceso, y yo dudo hasta de mis propias dudas, pero es más divertido experimentar y conocer de primera mano aquello de lo que dudamos, aunque sólo sea para reafirmarnos en nuestras propias creencias, o en la ausencia de ellas.