sábado, 30 de abril de 2016

Animal friends

Viéndome a mí misma resplandeciente y con ganas, en 52 buenos kilos y con un cierto brillo asomando por los ojos y extendiéndose solo, es triste que mi estado de ánimo esté tan gris, del mismo gris que el cielo, que parece que se ha querido mimetizar conmigo en un extraño acto de solidaridad. Hay días así, días que no acompañan y en los que todo se conjura para que no te apetezca más que tirarte en el sofá y no mover un músculo: gente que se va de puente, gente que se acerca demasiado, gente que dice que avisará y es mentira... y cuando todo gira en torno a la gente y no mola nada lo que ofrecen (o lo que quitan) están ahí mis animalitos.
Robinson, después de pasar una fase agresiva (la adolescencia no perdona ni al reino animal), está otra vez "pa comérselo", cariñoso y cantarín (y más guarro que nunca). Luna está feliz, bien de lo suyo aunque camine al estilo John Wayne, y con ella respirando mi mundo es más bonito. Y un poco más lejos pero llenando mi vida también... mis caballos (o yeguas, mejor dicho). Estos dos últimos días, ir a equitación ha sido lo único que ha logrado mantener mi atención en algo que no sea completamente ocioso y poco productivo. Ayer monté por primera vez a Luna, una yegua que no necesita fusta para hacer caso, obediente, sensible al menor estímulo, y por tanto no apta para principiantes. A Javi, mi profesor, le debió parecer que ya estaba preparada para ella; a mi me parece que no. Cuando la puse al galope pensé "hoy es el día que me voy a caer" (porque por lo visto hay que caerse alguna vez), pero por suerte no fue así. Sentí que volaba, que aquello no había cómo pararlo, pero no me caí. Hoy he montado a Morena y galopar con ella tras la "experiencia Luna", ha sido una maravilla. No tengo imágenes de hoy pero tengo las de ayer. Se ve tan fácil desde fuera...

Montando a Luna

martes, 26 de abril de 2016

A día de hoy

Con mayo a la vuelta de la esquina aprovecho mis últimos días de paz en casa. Los meses han pasado como un suspiro desde que me mudara, en parte porque no he tenido casi tiempo de parar. He pasado la mitad del tiempo ensayando o tomando clases, y la otra mitad haciendo bolos o buscándolos, y a día de hoy sigo igual. Los ensayos con Jalea Teatro van más que bien y tendremos nuestra obra para estrenar muy, muy pronto. Se titula "El Desvarío", su autor es Jorge Díaz y comparto escenario con Juan Megías, Belén García y Pepe Ríos. Al mando de la dirección se ha puesto Constantino Renedo, que está llevando los ensayos por muy buen camino. Jorge Onieva se está encargando de la venta, lo que me deja muy tranquila porque sé que trabaja bien. En definitiva, hay un buen equipo, y espero que con lo que ha costado llegar hasta aquí empecemos a obtener beneficios pronto. Con Juan también estoy metida en otro proyecto teatral, una obra de mediana duración llamada "La Curiosidad mató al Gato", de Rubén Darío Gil, donde interpretamos a la virgen María y a san José (o a una particular versión de ellos). Con The Happy Fish tenemos un bolo cerrado para el 7 de mayo en "La Casa con Libros" de la Zubia y vamos a mover hilos para intentar acceder al circuito de Diputación. Y con la agencia de turismo Garnata Tours estamos en pleno montaje de "Lorca, poeta entre poetas", un libreto escrito y dirigido por Roy Delipiani para incluir escenas teatralizadas en las rutas turísticas de la agencia. En esta movida también están Juan Megías y Manu Santervás. 
Por otro lado están mis clases de esgrima escénico y las de equitación, Muy contenta con ambas. En equitación, concretamente, estoy progresando mucho para ir solo una hora a la semana. No es nada fácil montar a caballo, a veces no hacen caso y hay que desarrollar un firme sentido de la autoridad para gobernarlos, a parte de perder el miedo a caerse y tener seguridad en ti misma. Me está aportando mucho este deporte, tanto a nivel físico como a nivel psicológico. Cuando consigues dominar la situación, que el animal te "escuche" y te fusionas con él acompasando los movimientos, la sensación es única. Y eso que todavía estoy aprendiendo a galopar en circuito cerrado. No me imagino lo que debe ser galopar en campo abierto, a la velocidad increíble que alcanza el caballo al galope cuando le apetece correr, saltar obstáculos como si volaras... En fin, si no me mato antes, espero experimentarlo algún día. 

Montando a Zambra

viernes, 22 de abril de 2016

Cosas que se rompen

Decía mi amigo Rino: "Pórtate mal, porque aunque te portes bien igual dirán que te portaste mal". Han pasado muchos días desde que una avalancha de malos rollos, ataques de sinceridad y ajustes de cuentas pasaran como una apisonadora por encima de mí, dejándome tan anonadada que no tenía palabras siquiera para intentar redactarlo. Cuando algo se rompe hay veces que se lleva mucho más por delante, en un macabro efecto dominó, dejando en pie únicamente la incertidumbre de no saber qué caminos están minados, quién camina a nuestra derecha o cuántas veces se repetirá la misma historia. A menos que alguien se niegue a dar la cara, lo propio antes de juzgar es preguntar, informarse bien antes de lanzar opiniones sin ton ni son como si de esa manera fueran más inteligentes, como si de esa manera pudieran quedar por encima. Y lejos de ser así, lo único que consiguen es rebajarse, demostrar su infinita torpeza y justificar, muy equivocadamente, sus carencias, su falta de compromiso o responsabilidad con los demás, su estupidez y, en definitiva, sus propios errores. Desgraciadamente, que alguien me reproche cosas que ni de lejos se corresponden con la realidad no es nada nuevo. Que lo haga alguien en quien confías, tampoco. Cuando eres "impecable" y cometes el más mínimo fallo (o lo que ellos consideran fallo) no te perdonan nada. Seguramente conviene ser mala y desastrosa para que cuando hagas algo bien te ovacionen en lugar de criticarte. Imagino que cuando ocurre eso, la vida nos está diciendo algo así como: "Aléjate de la gente que no te valora". Pero como soy de reacción tardía he decidido tomar otro camino, dar una oportunidad a quien habló sin conciencia y desviarme del camino cuando lo vea oportuno. Sabiendo lo que sé ahora será más fácil actuar (aunque sea tarde) sin hacer mucho ruido y saliendo airosa, porque peor que fallar a alguien es fallarse a una misma. Esa es la sensación que vengo arrastrando estos días y de la que por fin hoy empiezo a curarme. Me curo de heridas y traiciones, de sentimientos que no quiero tener, de mi propia torpeza al querer quedar mejor haciendo lo que no tenía que haber hecho. Me curo de favores no devueltos, del interés ajeno y propio y de la necesidad que me niego a diario. Me curo de mí misma... Es irónico que aquellos por los que más miras sean precisamente los que intenten sacarte los ojos. Pero se queda en eso, en intentos, porque para pillarme van a tener que correr mucho. Hay que saber ponerse digna aunque a priori eso parezca perderlo todo, porque no es así, no se pierde todo, se gana más, SIEMPRE.
Algunas de las cosas que se rompen se pueden reconstruir, incluso vale la pena hacerlo, pero hay otras que no tienen arreglo y es mejor tirarlas a la basura. Siempre puedes adquirir cosas nuevas para olvidar las rotas. Entre mis cosas nuevas tengo tres textos maravillosos para tres maravillosos proyectos, un armario lleno de estrenos, esas películas que no paro de ver una y otra vez, espadas y caballos, fines de semana para presumir, canciones... Y mis logros los compartiré con quien lo merezca. No estoy hecha para la mediocridad, una forma de vida que tantos prefieren por comodidad, por falta de ambición o por ridícula modestia. Espero tener algo de suerte en lo próximo porque, al fin y al cabo, para acertar no solo se necesita persistencia, también hay que tener suerte.
Quizás lo que pasa es que solo puedo contar con algunos momentos de gloria sin aferrarme a la continuidad. Me ocurre en lo profesional y me ocurre en lo personal. Historias que se suceden por capítulos, como en un libro, algunas apoteósicas y otras, auténticos fracasos; pero sin continuidad, para bien o para mal. Lo único que va a permanecer es la mano que escribe, aunque no siempre lo haga con buena letra.

lunes, 4 de abril de 2016

Mi mundo interior. Tu mundo exterior

Entre tanto ajetreo de ensayos y clases, un bolo ocasional de Macbeth y unas mini vacaciones de cuatro días que me tomé para visitar la isla de Mallorca, casi no he tenido un segundo para parar. Pero la vida sigue su rumbo fijo sin detenerse en tus quehaceres y mi cabeza la acompaña, distrayéndose a veces con una piedra del parque, delante de una "caña doble" o analizando palabras, gestos y viceversa que no siempre dicen lo mismo. Siempre hay secretos, y lo más oculto lucha contra los elementos para alcanzar nuevos niveles de lucidez (o de locura) que ni de lejos se vislumbran. ¿Y todo para qué? Si al final hay miedo, o rechazo o ambas cosas... ¿cómo convencer con vida a la muerte?
"Sí pero no", "queda pendiente", "en otro momento"... No creo sufrir de paranoia cuando escucho en el viento las palabras que yo misma inventé, y quizás sea más correcto a veces ser incorrecto, aunque en temas de comunicación tanta culpa tiene el que no se expresa debidamente como el que no descifra debidamente el mensaje. ¿Se necesitan más pistas para ver el camino de baldosas amarillas? ¿Queremos claridad en el fondo? Porque de ser así... ¿qué tememos perder? O quizás haya que preguntarse qué tememos ganar, o por qué  caminamos con los ojos tan abiertos y el corazón tan cerrado... se apunta un tanto la doble moral; la mía y la tuya.
Y a pesar de la torpeza que me invade y de las "llamadas perdidas" del universo, yo sigo por el mismo camino de dudas que, en el peor de los casos, me enseñarán algo para mañana aunque, la verdad, no creo que sirva más que para sonreírme a mí misma mientras pienso que eso ya lo conozco y no me pueden engañar.
Lejos de dar lecciones de vida sólo trato de dibujarme en un mundo exterior donde mi mundo interior tiene poca cabida. Será que lo que a mí me gusta es ilegal, es inmoral, o engorda. Pero puedo camuflarme, coloreándome con el morado mallorquí de mi vestido nuevo y dejando mi paleta de grises para los días de lluvia como hoy.