martes, 24 de julio de 2018

Mentes descerebradas

La mente es maravillosa, dicen, pero sólo si trabaja a nuestro servicio. Cuando la mente toma el control sobre ti, se convierte en un arma de destrucción (como el HAL 9000). He conocido, y conozco, a muchas personas traicionadas por sus propias mentes maravillosas. El perfil general de estas personas los definen como muy inteligentes y con una sensibilidad exquisita. Como si estuvieran un paso más allá de "lo normal". De hecho, tantos genios ha habido en la historia (sea del campo que fuere) con algún tipo de trastorno mental, fruto de sus múltiples inquietudes. Me asusta. Es tan fina la línea entre la cordura y la locura que hay que andarse con cuidado para no pasarla.
Hace poco, se puso en contacto conmigo un colega que hacía años que no veía y del cual no sabía nada. Digo colega porque no era mucho más, sólo un chico al que veía regularmente en el bar que frecuentábamos. Era un chaval muy tímido y reservado y daba la impresión de estar "triste" todo el tiempo. Después de una discusión que tuvo con el dueño de ese bar y con casi todos los parroquianos, no volví a saber de él. Ahora me ha escrito y me ha dicho que su familia lo metió a la fuerza en un psiquiátrico, en donde ha estado como 6 años. Después de saber esto, me he fijado en las cosas que escribe (nada tiene sentido) y he tratado de hablar con él, pero es inútil. Es como hablarle a la pared. No responde de manera coherente, está en su mundo y es imposible llevarlo a otro terreno. Lo peor es que él dice que está bien, pero no lo está. Se le ha ido la cabeza del todo y me da un miedo atroz pensar que no estamos a salvo de que nos pueda pasar a cualquiera.
La gente con la que no se puede razonar, ya sea porque son gilipollas, alcohólicos y/o drogadictos o por tener algún tipo de enfermedad mental, me repelen (obviamente por razones distintas). Los primeros no tienen remedio; a los otros habría que intentar ayudarlos. Yo, al menos, me siento en la obligación moral de intentarlo, a pesar del terror que me produce mirar a los ojos a una persona que, conociéndola, desconozco. Pero es muy difícil si no se dejan... A parte, no sé si yo sería una buena terapia. Mis palabras serían duras y mi tono exaltado, pero sólo porque no entiendo cómo podemos permitir que algo o alguien nos destroce la vida. Cómo podemos permitir que cualquier cosa que nos ocurra, por grave que sea (incluso si se trata de una enfermedad heredada) nos anule como personas. Tomas conciencia y luchas contra eso. La mente es dominable, pero hay que ser más fuerte que ella; si no, ella nos dominará. 
Me acuerdo de la peli "Una Mente Maravillosa" y veo que incluso en los casos de trastornos innatos, se puede convivir con la enfermedad si eres consciente de que existe y "la aceptas". Como el que acepta una miopía o la diabetes... al final, lo que importa, es que nada nos domine. Sé que es fácil decirlo, pero no hablo desde la ignorancia. Me he visto a mí misma en situaciones límite en las que mi mente pretendía ser "más que yo" y no para ayudarme, precisamente. De hecho, nos ha pasado a todos. Yo sólo le pongo palabras. Superar momentos de mierda o tendencias autodestructivas es una obligación y punto. Dejarse arrastrar por ellas es ir de cabeza a un infierno terrenal. Pero no todo el mundo tiene la fortaleza para luchar contra sí mismo, y esa gente necesita ayuda. Espero que mi falta de tacto para estas cosas sirva de algo, porque pienso que sólo una buena ostia de realidad saca a quien sea de donde está.

lunes, 16 de julio de 2018

Pescado podrido y caramelos para chupar

Hace ya como un año que decidí ponerme digna conmigo misma y con mi trabajo, y mandé a la mierda a las personas que entorpecían tal propósito. No trabajo con dejados, ni con informales, ni con quien se toma mi trabajo a la ligera porque, simplemente, me están faltando al respeto. Durante años he tragado mucho en pos de algún proyecto tentador que me aportara algo a nivel profesional, o supusiera una suculenta suma de dinero. Un día me di cuenta de que si no estás a gusto en tu entorno, o peor aún, los dolores de cabeza van in crescendo, no vale la pena ni la aportación profesional (que tampoco la hay) ni todo el dinero del mundo.
Cuando me llamaron este verano de un ayuntamiento para contratar a "The Happy Fish" pensé que igual, para un bolo tan bien pagado, podía probar suerte y apostar porque saliera bien eso de reunirme de nuevo con los chicos. Nada más lejos. La falta de profesionalidad de los susodichos me dio de frente otra vez para recordarme las razones por las que ya no quería saber nada del grupo. Lástima no haber reaccionado antes de salpicar a tanta gente. Sea como sea, no he pasado la mano. Me quedo sin bolo pero gano en salud. Y dentro de lo mal que me han hecho quedar, he podido subsanar el daño. Lo peor es que trabajar con amigos es delicado, porque la ruptura profesional puede desencadenar la ruptura amistosa, pero eso ya es problema de otro. Yo siempre he tenido muy bien diferenciadas ambas cosas.
Sigo adelante con todo lo que tengo y con la gente que, al menos de momento, tira del carro conmigo. Y si ser estricta me supone menos trabajo me importa bien poco. Al menos el que salga, saldrá bien y lo podré disfrutar. Y en mi tiempo libre sé cómo entretenerme (y con quién).
Acabo de terminar el curso de Iniciación al Doblaje y he descubierto un mundo nuevo de lo más atractivo. Han sido dos semanas de inspiración a muchos niveles. He cambiado esa imagen en mi cabeza que se repetía en modo bucle por algo nuevo (por fin algo nuevo). El sabor de los caramelos rellenos nunca fue tan significativo. No se rechaza un caramelo (que me lo digan a mí) y menos si actúa como calmante. Puede que continúe la formación después de verano, aunque hacer planes más allá de mañana es tontería; a saber dónde estaré después...