lunes, 31 de diciembre de 2018

Ni conmigo ni sin ti


Nadie más que yo quiere que se termine ya el año y, felizmente, sólo quedan unas horas. El año pasado entré mal. Enfadada con mi padre, enfadada con el destino, queriendo estar en otra parte, y acojonada por lo que me esperaba al regresar a Madrid y que ya se venía anunciando mucho tiempo atrás.
Mis malas decisiones marcaron un año lleno de sinsabores en todos los putos sentidos. Un año de soledad, de dependencia emocional y económica, de frustración y desilusión, de dolor y muerte, de oscuridad y lágrimas. Un año de pérdidas irremediables que mató a compañeros y amigos, a mi perra y a mi pájaro. Que me arrebató del alma ese cuerpo, dejándome “el corazón en los huesos y a mí de rodillas”. Y que no ha querido acabar sin amenazar con llevarse a mi abuela al otro barrio. 
Pasé la nochebuena con ella en el hospital, y esta noche haré lo mismo. No es donde quiero estar, pero sí con quien quiero estar. Y si ella está allí, allí recibiremos el nuevo año. Esta vez, con el único deseo de que se recupere y la dejen ir a casa pronto.
Al pasado, ya le mandé el último beso del año, y con ese beso lo abandono. Ni un solo pensamiento más… Que en enero estreno obra, cobro el premio y cierro conciertos. Y regresaré a Madrid a hacer lo que tengo que hacer, y a deshacer lo que hizo conmigo. Y ojalá mi abuela esté para verlo, pero si se quiere ir, lo entenderé (yo haría lo mismo).
También se sacan cosas positivas de las peores experiencias, pero eso no me hará olvidar tantas putadas juntas, muy difícil de perdonar... Pero al final, sólo quedo yo; siempre yo. Beba provocando, Beba inconformista, Beba peleando, Beba... siempre demasiado sincera. Contra la vida y contra la muerte, en ese rincón particular, idealizando el mundo para escapar al aburrimiento (una etapa por cerrar). Y por el camino (¡que no se diga!) aprendiendo a convivir como cualquier mortal. 
En 2019, seguiremos descorchando botellas. 
Beba para celebrar. 


sábado, 15 de diciembre de 2018

Por eso, esto


La vida te lleva por caminos misteriosos, y una se deja llevar con cierto recelo porque se repiten situaciones ya vividas, con otros nombres y otras caras, y nunca sabes lo que va a pasar. No quiero nada que se parezca mínimamente a lo ya vivido, sobre todo porque siento un rechazo inminente ante todo aquello que me haga recordar cosas que aún no he olvidado. Prefiero “terminar” con dignidad lo que empecé y sólo entonces podré elegir bien. Agarrarse a un clavo ardiendo no es la solución y, sin embargo, a veces, me sorprendo a mí misma buscándolo. 
Por eso contacté con aquel escritor y lo descarté. Por eso acepté la invitación de alguien que dio conmigo por casualidad y voy, de entrada, con el “no” en la boca. Por eso contesto pero no llamo. Por eso escribo y luego borro. Por eso busco la forma de regresar y aquí sigo. Por eso hay días que me da igual, y días que te cambian la foto y maldices al mundo. Por eso a veces exploto, y lo quiero todo, y desenchufo la neurona, pero la memoria no me deja en paz. Porque hay un escenario con el que soñar despierta. Con vino y música y una luz tenue sobre el sofá. Y hay un balcón a la calle, iluminada en la noche, y hay calcetines y almohadas y una tele encendida. El único sitio que, fuera de mi casa, he podido llamar hogar… y no llevo bien el desahucio. 
Y por eso, mientras siga en el mismo camino, lleno mi tiempo de historias salpicadas. Trackeando un casting importante al que me presenté hace poco y teniendo cada vez más claro que esto es una lotería y que, probablemente, tengan más suerte los que te dicen “pa no habérmelo estudiao… me ha ido bien” que aquellos que, como yo, nos tiramos dos días preparando un personaje que después te cambian sobre la marcha. Lidiando con los imbéciles que opinan por opinar y que se equivocan de bando cuando te dan consejos sin tener ni idea de lo que hablan, defendiendo así a la parte contratante (que es la que importa, claro). Ajustando los cambios necesarios para no escuchar ni pío a partir de ahora en cuanto a mi trabajo se refiere. Ensayando la última movida en la que me he metido, más por training que por dinero, y más por excusa que por placer.
Por eso tanto retraso, por eso tanto recelo... por eso, esto.