viernes, 28 de febrero de 2025

Haciendo espacio

Acabo de tirar a la basura un paraguas, unos calcetines, y la malta del gato. Y siguiendo con la inercia, no es mal día para deshacerse de otras cosas que también se han roto o, como poco, han caducado. 

Me acuerdo bien de cuándo empezó todo. Aquel día volvía a casa y ya era de noche. Fue el día que salí un poco antes, y al informar de ello obtuve una reacción indeseada a modo de pista que, en su momento, era imposible de entender (y conociéndome, seguramente fue eso lo que más llamó mi atención). Antes de ese día ya sospechaba algo, pero estaba controlado. Dejó de estarlo poco después.  
Me quedo con el recuerdo de las tierras lejanas y sus rincones bonitos, la música que sonaba aquella tarde de lluvia que quedó enmarcada en un corazón, las estrechas calles por donde la historia, y los cuentos, y las leyendas se cuelan por cada esquina, y aquel largo puente al que pronto volveré, y que escondía animales con nombres raros. Y en esos días de inevitable colapso sanguíneo volver a mirar al norte, donde lo bonito no está manchado de realidad, y no hay dudas, ni desconfianzas, ni bloqueos. Y que lo que sueñe tan vívidamente (como anoche) no me haga despertar con la pena de que sólo fuera un sueño. Puestas a soñar, mejor ir más lejos.
Los últimos acontecimientos me han hecho revivir lo que ya parecía medio olvidado o, al menos, reposaba tranquilo en algún lugar de mi mente. Pasará algún tiempo hasta que pueda recordar aquellas tardes tan largas y tan efímeras a la vez con menos añoranza. Y quizás tenga que pasar más tiempo todavía para entender sin acritud que sólo formaban parte necesaria de otra cosa más importante. Un lazo de unión a otro lugar. 

Habrá que hacerle espacio a lo nuevo. 

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