viernes, 31 de diciembre de 2021

Si es diferente, es para mí

Esta noche, mientras todos celebran y brindan y se abrazan con la llegada del nuevo año, yo hago algo diferente (cosa que he deseado tantas veces en el pasado: hacer algo diferente en Navidad). El patriarca se ha ido a pasar este final de fiestas a la Argentina y celebra allí su Noche Vieja veraniega. Aquí, en ese sentido, andamos más o menos igual; 23 graditos hoy (pero lo del cambio climático es mentira, son los padres). Hablando de padres, los míos se quedan en su casa este año, y mi hermano se va con la familia de mi cuñada. Yo, que tenía claro que no quería dejar solos a mis bichos en una noche de inevitables bombardeos (ya me gustaría que eso cambiara), he rechazado la invitación por parte de varios amigos y amigas de unirme a sus cenas. Y los que quedaban sueltos para venir a mi casa... unos malos, otros que trabajan mañana temprano, otros confinados, y yo con cero ganas de limpiar, comprar, cocinar y arreglar la casa pa un rato... total, que me quedo solica y en la gloria con un menú a base de ensalada de pasta y un platanico. Venga, va, también tengo una botella de güisqui para "mojarme los labios". 

Puede que la gente que lea esto me compadezca ("pobrecilla, que se ha quedado sola") y nada que ver... La soledad elegida es la mejor de todas las soledades. Pasé una Noche Buena al más puro estilo navideño, con casi toda mi familia, y me hinché de comer, de beber, de bailar, de beber, de cantar, de beber... En fin, que esta noche, me complace mi humilde y solitario plan. Sacaré a mi perro a las 23h, antes de que exploten las calles, haré las videollamadas pertinentes a ambos lados del charco, y me veré "Regreso al Futuro" que siempre entra bien. Y lo mejor de todo es que mañana, cuando todo el mundo esté durmiendo la mona, yo podré salir libremente con mi coche, sin tráfico, y tirarme al solecico junto al pantano de Cubillas, que es a donde pienso llevar a mi perro a que disfrute del campo, como tantas veces. 

No sé qué balance puedo hacer de este año tan absurdo. Casi todas las cosas buenas (a nivel personal) se sucedieron a partir de la segunda mitad del año; la primera fue un mero aprendizaje cruel y necesario. Pero en verano fue llegando la alegría: la boda de mi hermano, los viajes, el audiolibro... El otoño me trajo el primer bolo en un año (que me dio la vida), los reencuentros y los perdones, protagonizar un videoclip, la preproducción de mi corto... Y ya entrados en invierno, una de esas cosas que me tiene especialmente motivada: escribir para una revista (y cruzando los dedos para que un día me publiquen). En medio de todo esto hay mucho más, claro, pero como de lo malo ya no me acuerdo y de lo bueno nunca he sabido escribir, pues hasta aquí llegamos. 

Estoy feliz, estoy entera, estoy enorme y estoy más sabia que nunca. Y lo mejor de todo, estoy CONSCIENTE de todo esto, que creo que es donde más fallamos. Vamos a disfrutarlo porque pasado mañana se puede torcer todo sin previo aviso. La vida es así de cachonda. 

FELIZ 2022