domingo, 31 de diciembre de 2023

A partir de mañana

En la última entrada que escribí hablaba de las "sobras de navidad"; ese mismo día, por la tarde, pasé de ser sobra a desperdicio, directamente. Cuando hay distintos virus pululando a tu alrededor es fácil que pilles alguno (o todos), si además tus defensas se acaban de venir abajo. No sé si agarré la gripe, la covid o una combinación de ébola con peste bubónica y fiebre del pollo, pero no la he pillado tan gorda en mi vida. Aunque cada vez que toso es como si me clavaron doscientos cuchillos diminutos entre las costillas, hoy ya estoy mejor. Pero esta semana horrible de fiebres, tiriteras y falta de oxígeno ha sido la muerte. En verdad no ha sido tan así... pero yo soy una dramas cuando me pongo mala. La gente normal lleva las enfermedades con dignidad; yo no. Yo me pongo a lloriquear, y a cagarme en el mundo entero, y quiero que alguien venga y me sacrifique. Pero lo bueno de tener fiebre alta es que el delirio te brinda una lucidez pasmosa. En ese mundo onírico vi con claridad meridiana cómo pulir las partes del monólogo que no me convencían (parrafacos enteros hechos), tuve conversaciones en perfecto inglés conmigo misma y con gente que también hablaba en inglés y me decían lo que necesitaba escuchar, y organicé todas las cosas pendientes en cajones, en orden ascendente, con distintos colores y tamaños, y desde abajo parecía mucho, pero luego lo miraba desde arriba y todo era insignificantemente pequeño. Lástima que no me acuerde de casi nada, porque creo que, entre dragones y angloparlantes, hasta descubrí el famoso sentido de la vida. 

Empecé mala el 2023, y mala lo acabo, pero ha sido un año interesante, con sus cosas buenas y sus cosas malas, claro. Lo malo es que apenas he tenido ingresos, y que los hospitales han estado demasiado presentes por lo de mi padre. Lo bueno es que he escrito mucho este año. Muchísimo. Escribí dieciséis artículos para El Batracio Amarillo, algunos de los cuales me hacen sentir hasta orgullosa, especialmente aquellos sobre el número "libertad de expresión", donde pude explayarme y comerme dos páginas de la revista diciendo lo que me salía del coño. Escribí un espectáculo cómico de más de una hora (que espero estrenar este año). Y escribí muchas otras cosas, de momento inclasificables. Hice una publi en inglés, que me sirvió para llamar a las puertas de la RADA, y trabajé con "Gente Maravillosa" para hacerle una cámara oculta a la Martita de Graná. Y creo que con esto último ¡¡ya lo he hecho todo!! Una cámara oculta era lo que me faltaba ya... En trece años he hecho teatro, cortometrajes, animaciones de todo tipo, publicidad; he sido maestra de ceremonias, camarera infiltrada, modelo de fotografía; he trabajado en comedias, dramas, musicales, monólogos, microteatros y obras infantiles; he hecho promos, videoclips, documentales, series web, rutas teatralizadas, audiolibros, concursos, cabalgatas de reyes, conciertos, bailes, y radio teatro. Y lo último: he escrito, dirigido, producido, protagonizado y montado mi primer cortometraje. Yo creo que ya me toca tener suerte, y empezar a ganar dinero ¡¿no?! Pero no puedo estar esperando a que la suerte me llame por teléfono, así que este año voy a crear mi propia suerte y tirarme a la piscina. Lo mismo hasta sale bien...

Aparte de eso, tengo otras intenciones para el 2024, pero ni siquiera me las quiero revelar a mí misma todavía. Mañana empezaré por quitarme la roña de la enfermedad a golpe de duchas, y a deshacerme de estas ojeras que me hacen parecer la prima fea de Shrek, y después le meteré mano a las muchas ideas que me rondan la cabeza, y que si no les doy salida reviento. Por lo demás, estoy animada. Tengo una fe ciega en que este año las cosas van a salir bien. Y trabajaré (desde lejos, pero con la mejor ayuda) en todo el material que tengo que ir sacando. Porque el lunes, pegada a la tele con la baba caída, me di cuenta de que tantas similitudes no pueden ser casualidad, y que de alguna manera nos acabamos pareciendo a aquello que amamos (en eso sí he tenido buen ojo). 

Ahí fuera están pasando cosas. Mi barrio crece a pasos de gigante. Se están abriendo bares y comercios nuevos, están construyendo nuevos edificios, nos han puesto un Aldi, un Mercadona y un KFC. Hay más parques, y paseos, y plazas, y niñatill@s pij@s por la residencia de estudiantes. Y lo mejor es que nada de esto me tapa las vistas privilegiadas de mi balcón. Ahora me alegro de que nadie viniera a sacrificarme... ¡porque esto mola! Y para las próximas navidades no pienso olvidarlo, empezando a partir de mañana.

HAPPY NEW YEAR! 







lunes, 25 de diciembre de 2023

Las sobras de navidad

Lo bueno de otra noche mala es romper con la dinámica, dejar de estar sujeta a ese extraño y periódico azar, y tomar conciencia de que la propia actitud es más poderosa que los designios. Lo malo de otra noche mala es evidente; siempre es mejor romper con una mala dinámica que con una buena. 

Ser diferente implica no encajar, y no encajar requiere fortaleza. Que te resbale la falta de tacto, la burla, el desprecio y la siempre injustificable injusticia. Me molesta no terminar de aprender nunca el maravilloso arte de hacerse invisible por propia voluntad y no por imposición. No me siento bienvenida si lo que traigo conmigo no lo es. Y si lo noto no puedo fingir lo contrario. Fácil y rápido: cerramos el chiringuito y el estómago, carretera y manta, y manzanilla para dormir. Porque aquí, yo soy yo, y mi perro puede ladrar a gusto, y con cuatro manos que lo acaricien y un gato al que chupetear, tiene más que suficiente.

Su complicidad es mi exclusión, y las buenas nuevas me dejan aún más lejos de ser, ya de por sí, la última de la fila. Reconozco el problema: con ellos no soy yo. Con ellos ni siquiera reconozco a los que solían ser, o a lo que son por separado. Se transforman en un bloque del que no formo parte. Ni quiero, en realidad... pero odio que todo eso empañe un momento bonito (si ahora es así, cómo será después). También reconozco la solución: pasar, ignorar, alejarse. A la última persona a la que le apliqué esto, hoy pretende comprarme con dinero (otra que no sabe pedir perdón, otra que confundió la confianza con el poder). Pero en este caso estamos demasiado cerca, y no sería justo para otra persona dejar de estar. Ignorar se me hace más fácil cuando hay gente alrededor, para dejar de ser el blanco y desviar la atención (un dos en uno perfecto), pero el círculo se reduce cada vez más. 

Sé que nada es para tanto, y que el drama es un adorno puntual a toda una vida más adornada que el puto arbolito, pero es así como me siento cuando el vaso se desborda, aunque tengo la suerte de saber beber más rápido para no desperdiciar ni tiempo ni energía en limpiar lo derramado. 

Al final, las sobras saben mejor al día siguiente, y se revalorizan. Como por arte de magia, la comida vuelve a ser comestible y las setas saben bien. Así que, mira por dónde, sobrar no está tan mal. 

Por otro lado, hoy tengo justo lo que necesito tan solo apretando un botón (cheers!). Y mañana tendré todavía más ganas de coger ese avión, y esos apuntes y ese puñado de páginas.

Y tener ganas de algo me hace invencible. 

Merry fucking Xmas! (I mean it).

domingo, 17 de diciembre de 2023

El 2 y el 5

Sabía que estaba ahí, al otro lado, hace una hora. Lo sabía sin saberlo.

Lo que no sabía (y no dejan de emocionarme tontamente estas cosas) era que el 25 sería el número mágico. MÁ-GI-CO.

Mi fecha límite fue su fecha de aparición. Después de un año siguiéndole el rastro, imaginando cómo sería, qué diría, qué dirían... 

Tenía que ser el 25, claro. El 2 y el 5, como un espejo; ese espejo.

Y sacando avances a la vez, en un mismo tiempo sincronizado que no tiene sentido alguno mas que la magia de hacerlo posible; y soñar, y creer, y fantasear. Pero, cuando pedí ayuda, me dijeron que no. Seguido de muchas cosas bonitas, y otras interesantes, pero un no al fin y al cabo. Y varios días después sigo mirando esas palabras escritas frente a mí (trust in your own vision, believe in your own talent...), y trato de convencerme de que ése es el camino. 

Y que igual que su número es mi número, y sus palabras son las mías, y sus ideas también las pienso yo... su camino es mi camino. Tiene lógica. Pero no es ésta una ciencia exacta (de hecho, ni siquiera es una ciencia). Mi camino sólo es paralelo. Y tengo que buscármelo yo, sin perder de vista el suelo que piso (son suelos distintos, sin duda).

Buscar es lo mío. Y encontrar por casualidad. 

Si consigo saltar al vacío, probablemente sola, beberé más de un sorbo de vodka con tónica, y brindaré con la luna, con la botella en la mano, y el corazón un poco más cerca de ese idílico lugar. 

Sabía que estaba ahí, saludando desde casa. Y ya casi lo entiendo todo, incluso sin afinar el oído, porque mi atención se la llevan los gestos, las miradas y las risas. Pero no dejaré de practicar. No quisiera perderme ni una sola palabra.

El año se acaba, y en el próximo cumplo 42. Y a partir de ahí, empieza la cuenta atrás.

Porque tiene que ser en 2025. 

Obviously!