sábado, 21 de noviembre de 2020

Los pies en el suelo

Un paréntesis. No es más que eso. Un paréntesis de color azul y blanco con olor a mar, y canciones bonitas sonando de fondo. Sólo una imagen nítida en el distorsionado espejo cóncavo de un mundo gris. Cansa todo. Cansa tanto desequilibrio, el no saber, tanta incertidumbre acumulada; las distancias y las esperas, la descoordinación; la imaginación disparada, descontrolada, desconfiada...

Temiendo el momento del cambio. Ese cambio que te devuelve a la tierra, que te pone los pies en el suelo. Porque el miedo a que ese suelo se agriete y te trague, existe. Pero si eso ocurre, si el mundo se desmorona, al menos será algo real, difícil de encajar, pero real. El famoso y repugnante “así son las cosas”. Creo que, a cierto nivel, me lo veo venir, me lo espero, o al menos no lo descarto. Estoy medio preparada para lo que pueda llegar a pasar. Y digo medio, porque tengo la ligera esperanza de equivocarme. Una fe mínima pero firme en que, por alguna razón cósmica, irracional y casi utópica, pueda salir bien. Tonterías estimuladas para que digan la verdad, aunque la verdad sea tonta. 

Mientras tanto, todo en orden, todo en su sitio. Esperando que todo vaya pasando, aun cuando parece que nada pasa.

Deseando que los recuerdos de ayer no nos hagan olvidar, y que los recuerdos de mañana no se olviden de nosotros.