jueves, 11 de julio de 2019

Calor, pesadillas y poderes mentales

Julio y agosto son los dos meses más insufribles del año, por el calor, por la inactividad, por la pereza, aunque sus noches son las mejores para mí, sobre todo estando en casa sola (pa gente, la calle). No es frecuente, pero es lo que más aprecio. Hace tiempo que necesito estar sola. Me lo pide el cuerpo y, sobre todo, la mente. Y supongo que no tardaré mucho en dar ese paso, especialmente cuando me supere la multitud. Lo difícil será afrontar ese gasto con un trabajo intermitente y lo impredecible de mis ingresos. Y si sólo fuera eso...
Tras una temporada bastante próspera de curro, y sin nada inminente a la vista para los próximos días (semanas, quizá meses...), me doy a la lectura y al apreciado hábito de tocarme el coño a dos manos viendo series y pelis. El ajetreado ritmo de trabajo se ralentiza y por primera vez hasta lo agradezco. Claro que eso lo digo ahora que estoy recién salida del último bolo; en un par de días me estaré subiendo por las paredes deseando que me cierren fechas, inventando algo que hacer, y cargándome otra vez de responsabilidades y estrés. En realidad, es lo que me hace feliz. Pero, como digo, mientras tenga entretenimiento voy bien.
Por mi cumpleaños me autorregalé un libro al que le tenía ganas: "It" de Stephen King. Meses antes me había encontrado en mi biblioteca "La Tienda", y me atrapó de tal manera que me hice muy fan de este autor. En una peli, cuyo nombre no recuerdo aunque sí recuerdo que salía el prota de Harry Potter crecidito, elogiaban "It" como una de las mejores novelas del siglo XX, así que puestos a elegir otro libro suyo, me decanté por éste. Lo encontré a buen precio en una librería cercana a mi casa. Es maravilloso pero, desde que empecé con él, se me repiten pesadillas de payasos asesinos casi todas las noches. La última vez me desperté tan agitada (llorando, gritando y muerta de miedo) que me puse a buscar posibles "remedios" para las pesadillas. Entre todas las cosas que leí al respecto me pareció factible eso de no leer antes de dormir para no retener esas imágenes en mi mente justo antes de cerrar los ojos (otras cosas como comer ligero, no beber alcohol, y respetar un horario de sueño no van conmigo en absoluto). Si la idea de no leer antes de dormir es por la imagen que se me queda, pensé que podía seguir leyendo antes de dormir pero no quedarme dormida pensando en lo que acababa de leer, sino pensar en cosas bonitas. Pero para que funcione no pueden ser sólo cosas bonitas, sino también importantes; algo que signifique mucho para ti. Vengo haciéndolo durante dos noches y funciona. He aprendido a manejar mi mente. La imagen tiene que ser fuerte para que la cosa dé resultado, y aunque duela un poco, mi imagen recurrente está en Madrid. Consigo evitar las pesadillas de payasos asesinos, pero sueño con cosas del pasado que bonitas no son... o sí, pero no... En cualquier caso, mejor eso que los terrores nocturnos.
Esto del poder mental me pareció interesante. Me recordó muchos episodios de mi vida en los que realmente he sentido que tenía "poderes". Creo que la primera vez que lo sentí fue siendo bastante pequeña, con 5 ó 6 años. La casa de mis padres quedaba a la vuelta de la esquina de casa de mis abuelos, y mi tío Álvaro (sólo 4 años mayor que yo) solía venir a casa a jugar con mi hermano y conmigo. Los juegos se basaban principalmente en chincharnos unos a otros y mi tío, siendo el mayor, era por derecho el líder de la manada. Un día estábamos pasando el rato y él se compinchó con mi hermano para chincharme a mí, no recuerdo con qué excusa. Cuando se fue, yo reparé en unas fotos que mi madre tenía en la estantería. Eran dos marquitos pequeños, uno plateado y otro dorado, en los que entraban fotos de carnet. Estaban colocados uno junto al otro. El dorado tenía una foto de mi hermano, y el plateado una foto mía. Habían estado ahí siempre, pero yo me fijé ese día, y al hacerlo pensé: "Mi hermano es de oro y yo soy de plata", un pensamiento probablemente inducido por las tonterías de mi tío que ese día le dio por chincharme a mí. Al día siguiente, cuando mi tío volvió a casa, yo seguía siendo el blanco de sus burlas y me quedé atónita cuando uno de los argumentos que usó para chincharme fue: "Tus padres quieren más a Jorge que a ti, y si no mira esas fotos: tu hermano tiene un marco de oro y tú tienes un marco de plata. Segundonaaaaaaa". A mi tierna edad, ese comentario me hubiera ofendido si no fuera porque estaba demasiado absorta con lo que acababa de pasar. Yo "hice" que él dijera eso, lo hice con el poder de mi mente. Recuerdo vívamente aquel momento como si acabara de pasar. No me quejé, ni llamé a mi madre para que le regañara, ni me fui furiosa a mi habitación. Me quedé mirando las fotos y pensando que era una bruja o algo así, que tenía poderes, y que eso era super guay.
Desde esa primera vez, he tenido momentos parecidos a lo largo de mi vida, muchos, pero nunca he sabido para qué sirve, y sigo sin saberlo. Quizás para nada. Pero me sigue dejando atónita cada vez que ocurre. Además, nunca son grandes cosas, como prever un accidente de tráfico o algo así. Suele ocurrir con tonterías tales como que se me venga de pronto el nombre de un actor a la cabeza (un actor que ya no se ve y que he recordado sin ninguna razón) y que al día siguiente pongan una peli suya en la tele. Cosas de ese tipo.
Quizá fue más jevi lo que me pasó en el programa de la ruleta. Yo ya había resuelto esos paneles. No era consciente durante el transcurso del programa, pero cuando los resolvía, los conocía (incluyendo el panel final). Yo ya había estado allí, o al menos, esa era mi sensación. Reminiscencias de otra vida, quizás (si es que eso existe). En fin, sea lo que sea, me flipa mucho. Supongo que es algo que todos tenemos "ahí", pero que no todo el mundo es consciente o simplemente no lo desarrolla. Quizá tenga algo que ver con eso de "la ley de la atracción", aunque se supone que eso es algo que haces de forma consciente, y lo mío ocurre de manera inconsciente.
En definitiva, por más que no pueda entenderlo, creo que la mente tiene más poder del que creemos, y quizás podamos manipularla (en mi caso, lo de evitar las pesadillas parece que funciona). Según el mito, sólo usamos el 10% de nuestro cerebro. Me parece un desperdicio imperdonable.