domingo, 3 de marzo de 2024

19:19

Como he mandado los horarios a la mierda esta semana, no he escrito todo lo que debía, pero he escrito a diario, eso sí. Por otro lado, no mola mucho ver lo basurilla que es una a veces, y es mejor obviar los detalles, y sólo mencionar "el incidente" para que conste. Intentaré que no me pase más. Nada de esto tendría sentido entonces. 

El jueves fui a ver un concierto al Liberia. Ese día fue al mismo tiempo mi cita particular, y el momento más significativo de la semana. No tenía ganas, cero. Hacía frío, y mi energía estaba todavía más por debajo que la temperatura, mucho más. Tenía que hacer ejercicio, ducharme e irme al centro. Eso era todo. Y no había fuerzas, ni motivación. En su lugar sólo había un inexplicable vacío, y una ligera sensación de ansiedad. Busqué excusas razonables: "¿por qué hacer algo que no me apetece?", "¿a quién tengo que complacer?", "si no me apetece, no me apetece, es válido", "hay cosas que no se pueden planear, no es para hacer un drama". Y cuando ya estaba casi convencida, recordé que hace unos meses hice un trato, y yo sólo tenía que cumplir mi parte. No podía permitirme fallar. 

Empecé por lo primero, y saqué la esterilla, más por un intento de reducir la ansiedad que por "cumplir". Pero una vez que me puse, quise hacerlo bien, y llegué hasta el final. Hice más de lo que tenía previsto. Me esforcé más que otras veces. En el fondo me estaba castigando, no sin cierto desahogo. Cuando paré para beber agua, miré el reloj, y pasó algo difícil de explicar. Algo que me hizo llorar, más por una necesidad fisiológica que otra cosa. "¿Y esto qué significa? Si es que significa algo...". Y una voz interna me dio la respuesta. Era yo diciéndome lo que quería escuchar, eso está claro, pero así funciona la mente. Eso es programar la mente, y me flipa que funcione. Terminé la segunda tanda, con la seguridad de que tenía que hacer todo lo planeado porque había una razón. Ahora podía verlo con claridad. La motivación había llegado sin buscarla. Me metí en la ducha, me arreglé y me fui al concierto. 

En el camino iba pensando que seguramente todo este momento místico autoinducido no tendría ninguna relevancia, pero al menos había servido para mover el culo del sofá y no sentirme como la perra más grande del mundo. Y sólo por eso, ya estaba bien. Pero hubo algo más. Ir al concierto abrió una puerta, y una sensación de seguridad que una hora antes no tenía. No quiero hablar mucho más de esto, porque atravesar esa puerta es de las cosas más difíciles que haré en mi vida (suponiendo que lo haga), y me queda un camino importante que recorrer antes. Tengo un mes para andarlo. 

Esta semana tengo que desconectar de casi todo, y hacer alguna llamada. Y trabajar. Sobre todo, trabajar. Y si me tomo en serio todas las indicaciones, es porque creo que puede funcionar.

Creamos lo que creemos. Lo supe en carne propia el jueves pasado a las 19:19. Yo no creo en numerología ni en pseudociencias del estilo, pero creo a tope en el poder de la mente humana. Al final, las cosas significan lo que tú quieras que signifiquen. Dudar es parte del proceso, y yo dudo hasta de mis propias dudas, pero es más divertido experimentar y conocer de primera mano aquello de lo que dudamos, aunque sólo sea para reafirmarnos en nuestras propias creencias, o en la ausencia de ellas. 


No hay comentarios: