domingo, 10 de marzo de 2024

Privación a medias

Ya ha pasado mi primera semana de aclimatación a la deseada soledad. Los dos o tres primeros días pensé que iba a perder el tiempo de la misma manera, pero sola. Sin embargo, no sólo estoy adelantando en muchas cosas, sino que el jueves abrí el documento con la vaga intención de echarle un ojo y poco más, y acabé trabajando horas en él. De hecho, está prácticamente terminado. Algún fleco por cortar, pero poco más. Porque viendo que funcionó tan bien, el viernes repetí, y el sábado, y hoy. Ya había hecho el trabajo gordo el jueves, pero estos días sirvieron para dar pinceladas interesantes. 
Se suponía que esta semana tenía que privarme de ciertas cosas; "aburrirme". No lo he hecho del todo, pero sí que he reducido el flujo de ruido. Una semana mirando el gotelé es mucho tiempo, aunque reconozco que el primer día lo llevé más a rajatabla y, además de escribir el artículo que me faltaba para la revista, se me ocurrieron varias ideas para los próximos. Y limpiando el armario descubrí que tenía un par de pantalones que ni me entraban. Así que no está mal practicar la privación de vez en cuando. 


Voy a tener que levantarme más temprano para escribir. Se me queda corta la mañana. Esto de estar sola mola mucho, pero también me obliga a encargarme de todo, y necesito tiempo para vaguear, si no, no funciono. 
Uno de los dos días que hizo sol esta semana, me fui al parque grande con mi perro, una toalla y una botella de agua, y me tiré en el césped a producir vitamina D con toda la calma. Eso, y tragarme la soporífera "El Espíritu de la Colmena", hicieron mi cita de esta semana (He cumplido, ya sé quién es Erice, y puedo discutir sobre la maestría de esos planos infinitos de paisajes castellanos, la sordidez de la época de posguerra tan bien plasmada en su fotografía, y ese guion que no necesita palabras (si acaso algún susurro), para mostrar la fantasía de una niña pequeña después de ver una peli en algo parecido a un cine. ¿Qué pintan las abejas en todo esto? No voy a verla otra vez para averiguarlo, pero ya puedo dármelas de cultureta). 
Hice un par de llamadas "raras" como dos intentos diferentes de buscar la inspiración fuera. Caí tarde en la cuenta de que no tengo dinero para comprar inspiración, y que el norte queda lejos para pedir favores. 
Escribí unas palabras mágicas que, desde el jueves, leo con vehemente fe. 
Y la mejor noticia de la semana también llegó el jueves. Mi sobri sigue bien agarrado al útero de su madre y, si no pasa nada raro, en agosto llegará a este mundo de mierda. Confirman que Hugo tiene pito, y un latido potente. ¿Qué importa el éxito o el fracaso cuando voy a ser tía en unos meses? 


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