viernes, 23 de octubre de 2015

Lo que no se ve

Hoy he tomado mi primera clase de equitación. Una experiencia chulísima montar a caballo aunque ahora me duela el culo un montón, je... Creo que me siento más feliz viviendo entre animales que entre personas. No soy buena para comunicarme con las personas, en cambio con los animales me entiendo muy bien. Ellos no te malinterpretan, ni te juzgan, ni te guardan rencor; entienden perfectamente que si estás con ellos es porque así lo has elegido, y lo agradecen y no te piden más, y cuando no piden más es cuando una lo da todo.
Últimamente me dicen mucho eso de que soy una persona muy fuerte y a mi me entra la risa floja cuando lo escucho. Fuerte yo... puede que en el fondo lo sea, no sé... De ser así tengo que agradecérselo a muchísima gente: los egoístas, los mentirosos, los interesados, los rencorosos, los imbéciles, los arrogantes, los desconsiderados, los pasotas, los que tienen mala sangre, los envidiosos, los chantajistas, los aprovechados... hijos de puta en general. Todos ellos me han enseñado algo, pero sobre todo, me han hecho fuerte. No sé exactamente qué es la fortaleza ni qué es lo que define a una persona fuerte. A mí me duele mucho casi todo y supongo que a la gente fuerte le resbala, pero no lo tengo claro... Quizás la fortaleza sea llorar cuando no te ven, secarte las lágrimas y seguir adelante sin ayuda de nadie (y sin ayuda de nada). Si es así, entonces soy super fuerte...
Puede que la gente vaya a saco conmigo porque me ven fuerte, lo cual es muy irónico pero tiene bastante sentido. Trato siempre de quitarle tanto peso a todo que habrá quien piense que las cosas me resbalan. Y quizás sea un poco así. Las cosas me resbalan cuando ya no me interesan, es verdad, como a todo el mundo. Pero antes de que me resbalen me han importado y si lo dejo correr es porque creo que no vale la pena. Es un mecanismo de defensa; me hago fuerte para que no puedan conmigo, pero lo que hay debajo de la armadura solo lo veo yo.
Así que seguiré cuidando a mis animales, que no me piden nada porque saben (y lo saben porque son listos, mucho más que las personas) que los quiero más que a nada y con eso se conforman, que no es poco (por no decir que lo es todo); y a esas pocas personas que todavía me aguantan y van de frente conmigo y son capaces de ver lo que no se ve. Soy mucho más dependiente de lo que me gustaría y sin embargo qué bien me las apaño sola; eso es lo que transmito... Por eso me acabo despegando de todo el que no es capaz de ver más allá, y si no lo hago yo, ya lo hacen ellos, pero a fin de cuentas viene a ser lo mismo, da igual quién dé el primer paso.
En el fondo es hasta gracioso por la poca importancia que tiene. Necesito muy poquito para cambiar el rumbo y siempre, siempre, siempre he llegado a puerto. Si me lanzo al mar es porque sé que antes de ahogarme toco tierra otra vez. No necesito más de lo que me dan, pero quizá mi error sea empeñarme en que lo entiendan.

No hay comentarios: