sábado, 17 de mayo de 2014

Hoy está nublado...

Cuando te ilusionas mucho con algo, te agarras a ello con tanta fuerza que hacen falta demasiados golpes para aceptar que te has equivocado. Porque no siempre todo lo que nos gusta es lo mejor, claro que no renunciamos can facilidad. Queremos creer que algo tan bueno no puede hacernos daño, que se le puede dar la vuelta, que se puede cambiar. Nos aferramos a que ocurra algo así como un milagro. Pero por fin un día descubrimos que los milagros rara vez se dan, y entonces desistimos. Nos rendimos a la resignación y nos limitamos a esperar la señal que nos confirme que hemos hecho lo que teníamos que hacer. Y cuando esa señal llega, solo sentimos la satisfacción de saber que nuestras intuiciones eran ciertas y que hemos hecho bien en reaccionar a favor de ellas, pero no es suficiente consuelo. Siempre se queda dentro la rabia de no poder cambiar las cosas, de no poder disponerlas a tu gusto. La resignación, aún sabiendo que es el único camino, suele dejar un rastro de añoranza tras de ti. 
Acertar, a veces, puede ser doloroso... 

No hay comentarios: