lunes, 25 de diciembre de 2023

Las sobras de navidad

Lo bueno de otra noche mala es romper con la dinámica, dejar de estar sujeta a ese extraño y periódico azar, y tomar conciencia de que la propia actitud es más poderosa que los designios. Lo malo de otra noche mala es evidente; siempre es mejor romper con una mala dinámica que con una buena. 

Ser diferente implica no encajar, y no encajar requiere fortaleza. Que te resbale la falta de tacto, la burla, el desprecio y la siempre injustificable injusticia. Me molesta no terminar de aprender nunca el maravilloso arte de hacerse invisible por propia voluntad y no por imposición. No me siento bienvenida si lo que traigo conmigo no lo es. Y si lo noto no puedo fingir lo contrario. Fácil y rápido: cerramos el chiringuito y el estómago, carretera y manta, y manzanilla para dormir. Porque aquí, yo soy yo, y mi perro puede ladrar a gusto, y con cuatro manos que lo acaricien y un gato al que chupetear, tiene más que suficiente.

Su complicidad es mi exclusión, y las buenas nuevas me dejan aún más lejos de ser, ya de por sí, la última de la fila. Reconozco el problema: con ellos no soy yo. Con ellos ni siquiera reconozco a los que solían ser, o a lo que son por separado. Se transforman en un bloque del que no formo parte. Ni quiero, en realidad... pero odio que todo eso empañe un momento bonito (si ahora es así, cómo será después). También reconozco la solución: pasar, ignorar, alejarse. A la última persona a la que le apliqué esto, hoy pretende comprarme con dinero (otra que no sabe pedir perdón, otra que confundió la confianza con el poder). Pero en este caso estamos demasiado cerca, y no sería justo para otra persona dejar de estar. Ignorar se me hace más fácil cuando hay gente alrededor, para dejar de ser el blanco y desviar la atención (un dos en uno perfecto), pero el círculo se reduce cada vez más. 

Sé que nada es para tanto, y que el drama es un adorno puntual a toda una vida más adornada que el puto arbolito, pero es así como me siento cuando el vaso se desborda, aunque tengo la suerte de saber beber más rápido para no desperdiciar ni tiempo ni energía en limpiar lo derramado. 

Al final, las sobras saben mejor al día siguiente, y se revalorizan. Como por arte de magia, la comida vuelve a ser comestible y las setas saben bien. Así que, mira por dónde, sobrar no está tan mal. 

Por otro lado, hoy tengo justo lo que necesito tan solo apretando un botón (cheers!). Y mañana tendré todavía más ganas de coger ese avión, y esos apuntes y ese puñado de páginas.

Y tener ganas de algo me hace invencible. 

Merry fucking Xmas! (I mean it).

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