domingo, 17 de diciembre de 2023

El 2 y el 5

Sabía que estaba ahí, al otro lado, hace una hora. Lo sabía sin saberlo.

Lo que no sabía (y no dejan de emocionarme tontamente estas cosas) era que el 25 sería el número mágico. MÁ-GI-CO.

Mi fecha límite fue su fecha de aparición. Después de un año siguiéndole el rastro, imaginando cómo sería, qué diría, qué dirían... 

Tenía que ser el 25, claro. El 2 y el 5, como un espejo; ese espejo.

Y sacando avances a la vez, en un mismo tiempo sincronizado que no tiene sentido alguno mas que la magia de hacerlo posible; y soñar, y creer, y fantasear. Pero, cuando pedí ayuda, me dijeron que no. Seguido de muchas cosas bonitas, y otras interesantes, pero un no al fin y al cabo. Y varios días después sigo mirando esas palabras escritas frente a mí (trust in your own vision, believe in your own talent...), y trato de convencerme de que ése es el camino. 

Y que igual que su número es mi número, y sus palabras son las mías, y sus ideas también las pienso yo... su camino es mi camino. Tiene lógica. Pero no es ésta una ciencia exacta (de hecho, ni siquiera es una ciencia). Mi camino sólo es paralelo. Y tengo que buscármelo yo, sin perder de vista el suelo que piso (son suelos distintos, sin duda).

Buscar es lo mío. Y encontrar por casualidad. 

Si consigo saltar al vacío, probablemente sola, beberé más de un sorbo de vodka con tónica, y brindaré con la luna, con la botella en la mano, y el corazón un poco más cerca de ese idílico lugar. 

Sabía que estaba ahí, saludando desde casa. Y ya casi lo entiendo todo, incluso sin afinar el oído, porque mi atención se la llevan los gestos, las miradas y las risas. Pero no dejaré de practicar. No quisiera perderme ni una sola palabra.

El año se acaba, y en el próximo cumplo 42. Y a partir de ahí, empieza la cuenta atrás.

Porque tiene que ser en 2025. 

Obviously!



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