jueves, 26 de diciembre de 2019

Lo invisible

Ante las nuevas experiencias y los viejos errores, una tiene claro de qué o quién no desea despegarse del todo. Y es como si aquello de lo que no te quieres desprender en realidad siga surgiendo, cada tanto, en los momentos más (o menos) oportunos. Esos momentos que se presentan como una señal indefinida. Pero las señales suelen ser contradictorias y no sabes cuál es la cara buena de la moneda, la que te favorece, la que te nombra ganadora. Yo sigo en mi empeño de no alimentar fantasías que en el pasado me dieron resultados más malos que buenos, pero es como si cada vez que quiero hacer algo "sensato", el universo se riera de mí y me mandara mensajes para volver a confundirme. Y así me vi el 24 de diciembre, "fantaseando" en algún lugar lejos de donde estaba, con personas que no conocía, y tratando de enterrar semejante estupidez bajo las tierras de la prudencia.
Acabo de rescatar un libro que leí hace años, del cual no recordaba nada, y parece que me está contando mi puta historia en algo más de 400 páginas. La tal Ruth bien podría llamarse Beba, y el tal Juan... Sí, otra señal contradictoria. Por suerte, me he acomodado un poco en eso de pasar de todo, y no creo que sea capaz de caer en quimeras, pero que me hace pensar... no lo niego. Paralelamente a este libro, he encontrado una serie que también invita a la reflexión (en realidad es la secuela de otra serie). Y entre una cosa y otra, un mensaje a tiempo, un silencio merecido, un rechazo aposta... me veo entrando en el nuevo año con más dudas que certezas. Eso sí, hay propósitos que sí puedo controlar, y esos los llevo a rajatabla. Todo lo demás, no es un propósito; es una esperanza dormida con riesgo de despertar al primer beso.


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