jueves, 13 de abril de 2017

Dificultades

La primavera... esa época del año preciosa con sus días largos, sus noches cálidas, sus atardeceres naranjitas; cuando lo mismo te llueve que te asas de calor, y los árboles se llenan de flores y huele a nísperos. El invierno y la primavera son mis épocas preferidas del año, a pesar de que en invierno me congelo y en primavera me pega la alergia. 
Este año me han robado el mes de abril y la primavera se me hace difícil porque estoy recluida en una habitación que no es la mía, llena de trastos que tampoco son míos y desde la cual solo veo un cachito de cielo por la ventana. Difícil porque durante casi dos meses estaré privada de intimidad, en unos momentos en los que la necesito como el oxígeno. Porque marzo acabó y con él han acabado otras cosas que no quería que acabaran. Porque cuantas más dudas tengo más dudas me asaltan. Porque tengo que aguantar que me digan verdades a la cara pero nadie quiere escuchar las suyas. Porque tiro sola de carros cargados hasta arriba. Y porque todo esto me provoca estrés que a su vez se refleja en dolencias físicas como contracturas musculares, males de estómago, jaquecas, infecciones varias y dolor de dientes. Y ni hablar del mal humor y el cansancio en forma de ojeras que me viste cada día. Mi cuerpo me quiere decir algo (y yo sé lo que es) pero no es el momento de escucharlo. Encima estoy falta de concentración, por eso también escribo poco. No obstante, aquí estoy, escribiendo y matando las horas con mi dolor de boca, mi descontento y mi falta de nicotina (escribir sin nicotina es inhumano). Si fumo se me caen los dientes; el dentista fue tajante. Si no me enjuago la boca con un colutorio de tratamiento dos semanitas no se me quitará el dolor; el dentista siguió tajante (y poco le importó que la semana que viene me vaya a Madrid con la lengua negra por la clorhexidina). 
Otro tipo de dificultades también me acechan: estoy sin blanca. Todo lo que conseguí ahorrar en marzo ha volado con las golondrinas en abril. Lo peor es que las próximas semanas se presentan regular de bolos (a menos que se vayan cerrando algunos en el aire) y los que hay no me garantizan éxito económico. ¿A dónde va una sin dinero? De momento a Madrid el próximo lunes a patinarme lo que me queda y a buscar posibles oportunidades de curro allí, y ya de paso le doy una tregua al cuerpo (o quizá voy para eso y de paso busco curro). No importa el orden; son cosas que tengo que hacer y que necesito hacer. Pero esta vez no espero nada (aún yendo a por todas). 
Fregaos en los que se mete una y sin saber qué papel interpretar. "Sé tú misma", me digo, como si eso fuera suficiente... Actriz sin papel, sin texto, sin dirección (¡sin dirección!). Y de pronto las casualidades, los azares, los designios (yo solo buscaba un texto...) que me llevan de vuelta a Madrid, a no sé qué y durante no sé cuánto. Pero no me quedaré con la duda. Los puntos suspensivos son los mejores de todos los puntos, se entienda como se entienda. Una actriz sola en otro barrio madrileño, con todo que ganar y todo que perder. "Nacemos solos y morimos solos", me decía un amigo. Habrá que superar dificultades. 


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