miércoles, 24 de junio de 2015

Punto y aparte

No siento que me haya equivocado mucho últimamente. He sabido dosificar energías y emociones para no verme saturada, pero quizás era esperar demasiado que el mundo siguiera girando a mi favor. Sola otra vez (naturally) sin comprender las razones que lleva a la gente a pasar de todo, me embarco en nuevos proyectos de futuro incierto. Época de siembra. Llega el verano y la gente se va de vacaciones, se ocupa de la familia, desconecta, pasa... Yo sigo trabajando. Busco la manera de seguir a flote, de no oxidarme, de crecer. Por suerte tengo con quien contar (y cantar). Pero soy actriz y quiero actuar, y me niego a quedarme en casa esperando respuestas o proposiciones. No tengo tanta paciencia. Se han caído proyectos, pero voy a levantar otros nuevos. Voy a reciclarme y voy a reciclar mi ambiente, y voy a volver a apostar aún a riesgo de perder, porque es la única forma de rebelión que se me ocurre y que me hace fuerte. No estaré más que para aquellos que piensen como yo, porque me he aburrido de palabras huecas, de tirar de carros vacíos, de silencios. 
Tengo una banda de swing que sacar adelante, una sala vacía en Escénica para entrenar, una joya de obra de teatro que montaré tarde o temprano. Y de lo demás me voy olvidando. No necesito (ni quiero) gente que me retrase sino gente que camine a mi ritmo (o más rápido). Voy tomando aire para comenzar en julio la andadura por un verano desértico, pero que acabará, y cuando acabe podré mirar atrás y darme cuenta de que he avanzado. 
Que las cosas no salgan como una quiere no significa necesariamente que salgan mal. 
Punto y aparte.


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