sábado, 2 de agosto de 2014

Ida y vuelta

Hace una semana, con cierta dosis de alcohol en sangre, cansancio acumulado, y la piel hirviendo soñé con muchas cosas raras. Dicen que siempre soñamos, pero yo últimamente no recordaba nunca con qué, y además no me esforzaba por hacerlo. Abría los ojos, sabía que había soñado pero me daba igual. Sin embargo, ese sábado se precipitaron mogollón de imágenes en mi sueño. Sé que había un bar, y una camarera, y también estaba en la barra un amigo que me acompañaba esa noche. Y en medio aparecieron cámaras, personas extrañas, animales de granja, y frases… muchas frases (6 horas de charla por digerir). Y es curioso porque cuando me desperté entendía muchas cosas, sobe todo cosas de mí misma. Encontré respuestas a algunas preguntas que nunca me había hecho. Aunque cuando me levanté de la cama volví a ser yo y olvidé la lección para variar…
Siguiendo en mi línea, y sin perder demasiado mi voz (esa mía agridulce, trágica, melancólica y puede que hasta deprimente) creo que no me puedo quejar. Estoy enfadada con la vida por muchas cosas, porque no da explicaciones, por apretar (aunque no ahogue) pero cuando llega la tregua, y respiras, acabas por olvidar viejos rencores. Y ahora es como si me dijera “¿Has aprendido algo? Pues a ver cómo manejas esto”, y te pone delante nuevos retos. A veces me siento como Eva en el paraíso…
Haciendo memoria para no caer en los mismos errores, he empezado un nuevo proyecto teatral. La obra de Eduardo Grilli “Las Mujeres que (M)aman Demasiado” ha estado dos años en cartel en Buenos Aires, y se ha representado también en otros países latinoamericanos; ahora toca España, y lo hacemos nosotras: Myriam Carrascosa, Yolanda López, Mari Carmen Díaz y yo le damos vida a los personajes entre sorbo y sorbo, y la dirección la lleva Cristina Carrascosa. Por fin un proyecto atrevido, con ambición y profesionalidad. Esperemos que esté lista antes de navidad para empezar a moverla a principios de año. Además del teatro, sigo empeñada en un curso de interpretación ante la cámara, así que moveré hilos otra vez a ver si se puede hacer con Piñaki, que es quizás el mejor profesor que he tenido.
Por otro lado ya está en postproducción “Chocheando”, el corto de José M. Anguiano. Creo que si vuelve a contar conmigo para otro proyecto el resultado será aún mejor, porque las cosas salen bien si se trabaja a gusto, y con él y el resto del equipo se trabaja a gusto y rápido, y te ríes y lo pasas bien sin dejar de hacer lo que tienes que hacer, y no siempre ocurre así con todo el mundo; hay mucha dispersión en general.
Este mes me despido de “Alicia en el País de las Maravillas”. Será el próximo 16 de agosto en Alhama de Granada. Los otros dos bolos que tenemos ya son de la obra “Érase una vez…”, el 18 en Bubión y el 22 en Loja. Espero que salgan más bolos con En la Luna Teatro en las obras en las que continúo pero ya serán pocos porque imagino que Alicia, por ser la más nueva, se venderá más. En cualquier caso, ha sido una gran experiencia trabajar con esta gente durante un año y compartir tanto.
En septiembre estaré de encerramiento forzoso (algunos eso lo llaman vacaciones) pero como ahora soy una moderna con whatsapp pues no me desconectaré mucho del mundo. Aunque tener whatsapp me ha recordado las razones por las que yo no quería tenerlo desde el principio, pero bueno… como todo, si se usa bien no hay problema. 
Sigo trabajando(me).

Nota:
Si hay algo que siempre he odiado es la mentira. Cuando la gente se pone máscaras, o se esconde detrás de un falso nombre para elaborar una mentira me saltan todas las alarmas. Lo gracioso es que hay gente que miente creyendo que sabe, y para ser mentiroso hay que ser muy listo. La mayoría acaban pillados irremediablemente. Además hay una gran diferencia entre usar la mentira con un buen fin (y con todo, rara vez está justificada), y usarla para hacer daño. Yo en mi blog no miento (¿a quién?, ¿para qué?), escribo las cosas que me ocurren, o que no me ocurren, o que me gustaría que me ocurrieran. Escribo cosas que quizás solo entiendo yo, pero eso es porque no escribo para nadie más que para misma. Y por supuesto, no escribiría nunca algo que pueda comprometerme ni comprometer a alguien a quien haga referencia. Si quiero que algo no se sepa, no lo publico (habría que ser imbécil). He tenido que modificar esta entrada por un comentario no deseado, que al ser anónimo me ha hecho plantearme esta nota y hacer cambios. Y solo por las referencias, porque si es por mí no tengo nada que ocultar. Sea como sea, los que me conocen saben cómo soy, y cómo pienso, y quien me lee lo hace sin buscar intenciones ocultas, porque de ser así cometen un error, ya que es fácil malinterpretar en estos casos. He tenido que configurar mi blog para dejar de recibir comentarios anónimos. Por lo visto hay alguien que se dedica a opinar sin conocimiento y ha llegado al límite de lo que le paso a cualquiera. Los comentarios ofensivos serán eliminados, pero a partir de ahora no tendré ese problema, porque si hay ofensa se conocerá el ofensor. 

No hay comentarios: