martes, 8 de abril de 2014

Invierno

Aquella noche llovía a cántaros y no llevaba paraguas. Caminó con paso lento y dando vueltas por calles que no la llevarían a ningún lado. Es lo que ocurre cuando no se tiene rumbo ni destino. Esperaba alcanzar algo o ser alcanzada. El frío lo llevaba por dentro, tenía el alma congelada y solo en una ocasión miró hacia atrás buscando su suerte.
“Hoy no puedo regalarte más que palabras. Palabras gastadas y sufridas que me chorrean como el sudor por tu espalda cuando no tienes miedo a vivir. No hay más verdad que la que quieras creerte y yo ya no me creo nada. Le saco brillo a mi armadura y me enfrento, como los titanes mitológicos,  a tu oxidado discurso que solo deja restos de baba en cada sílaba. No pretendas cortar mis alas ni contagiarme tu asco y tu frío. Hoy, que llueve y todo me resbala, me despojo del idilio y del abrigo y te provoco para que me ataques si te atreves, tan llena de odio y de rabia que con una sola mirada te fulminaría”.
Siguió caminando de frente. No volvió a mirar atrás.
Dejó de llover.

Granada, 2013




Fotografía: Juan Antonio Cárdenas (Proyecto Tango)

No hay comentarios: