domingo, 17 de noviembre de 2024

No hay tiempo

Nunca he estado tan mal de dinero. Pero mal de verdad. 
Y sin embargo... 

Metidos ya en la semana del Festival de Cine de Granada, y queriendo centrar mis pensamientos sólo en eso, he tenido que tomar la decisión de hacer un viaje el mismo día de la gala de clausura del sábado. Un viaje que no pensaba hacer, porque es una práctica del curso que cuesta más de lo que podía permitirme, y que encima me coincidía con lo otro. Pero los caminos de la vida son raros... Esa práctica es importante para que luego optes a que te llamen para trabajar, nos han dado facilidades de pago, y en mi caso particular, también la facilidad de apuntarme el último día (porque hasta el jueves por la noche, en la Gala Especial de los Talentos Granadinos, no sabré si mi corto está nominado para el sábado). Con todo, el dinero seguía siendo un problema, por más que pudiera pagarlo a plazos (así de mal estoy), pero por estas cosas raras que me pasan últimamente, me pusieron el dinero encima de la mesa hace apenas unos días. Y digo raro porque yo ni siquiera lo pedí, ni lo insinué, ni hablé del tema. Simplemente me dijo un amigo "por todas las veces que me has cuidado al perro", y pum, ya tenía el dinero (incluso un poco más de lo que necesitaba). Me quedé  blanca como la leche. ¡Cómo se dan las cosas! Muy loco todo, porque yo quería disponer de ese dinero, que me llegara de alguna forma, que me lo encontrara por la calle, yo que sé... como una señal de que tenía que hacerlo. Muy loco. En fin, que me apunto al viaje, pero aún me queda el tema del festival. Si mi corto es nominado el jueves, prácticamente tengo que volver del viaje el sábado y salir corriendo para la gala (y aún así llegaría un poco tarde). Pero si me cambio en el autobús y me tomo un taxi, llego dentro de lo razonable. Aunque no me preocupa mucho, porque las probabilidades de que me nominen son ínfimas. Si me llevo un galardón el jueves ya me puedo dar con un canto en los dientes. Aunque todo puede pasar, y hay que prever todas las eventualidades. 

Pero dejando a un lado las señales y la magia, hoy he decidido acelerar el proceso de lo que irremediablemente se viene, y creo que es lo mejor que he hecho, aunque no siente bien de entrada. Nada como un golpe de realidad para que se te quite la ensoñación. Podía haber dejado que se fraguara poco a poco, saboreando cada pequeño detalle, deleitándome en el no saber, pero no hay tiempo para eso. Y en lugar de avivar el fuego y acabar quemadísima, he pensado que es mejor ir enfriando ya el ambiente, por si acaso, y acelerar el proceso para llegar antes al desenlace (sea cual sea éste). No hay tiempo para tomarlo con calma, para movimientos meditados, ni siquiera para improvisar. Simplemente no hay tiempo. Y como no hay tiempo, he hecho lo que había que hacer para acelerar las cosas, y obtener pronto el resultado. Y el resultado ha dado negativo. La lista de los no tan buenos parece pesar más. Y supongo que así es más fácil. Me quedo con el par de cosas buenas que sí me han hecho ilusión, y me las tomo como mis pequeños grandes logros. Hay cosas que aún despistan, y en ese despiste me puedo quedar unos minutos, pero ya... sólo eso, sólo hasta ahí. Porque no hay tiempo para más. 

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