martes, 25 de julio de 2023

Gente interesante

En algo más de una semana me estaré yendo a la playa, y por fin podré meter los pies en agua salada y ponerme de arena hasta el culo. Aunque no es esa la razón principal. Allí puedo estar sola unos días, con mi perro, alejada del calor aplastante de Granada, y aprovechar el tiempo sin internet para ponerme al día con las cosas pendientes. Tirarme una semana fresquita con libros, y pelis de Woody Allen, con mis textos y mi Premiere, y pensando ideas para próximos artículos. Alejarme de la rutina y los vicios innecesarios, hasta que el amor a mi gato (y la puta regla) me hagan volver a la sauna urbana. Aunque probablemente repita en septiembre que es cuando mejor se está, así el Chulo también puede bañarse. 

Y la verdad es que me viene al pelo esto de recluirme unos días, y cambiar de aires, y de entorno, y de compañías. Estoy absolutamente aburrida del siempre lo mismo, y siempre con los mismos. Harta de mantener conversaciones con gente que no sabe conversar, harta de lidiar con deficientes mentales porque no queda otra, y harta de ofendiditos. Muy harta de ofendiditos. Por suerte, son los menos, y me afectan lo justo para dedicarles cuatro palabras en un blog. Más allá de eso, paso. Me resbalan por completo los imbéciles. Lo único bueno que saco de ellos, son ejemplos perfectos para escribir cosas. Creo que por eso los aguanto. Son una fuente de inspiración constante. 

Por suerte también me rodeo de personas interesantes, aunque a estos los veo con menos frecuencia, y son muy pocos (la gente interesante no abunda). Algunos quieren trabajar conmigo, otros me invitan a sus piscinas, y otros comparten cosas con siglas que te hacen sentir invencible un rato, o simplemente bien mucho más tiempo. Son personas con las que sí se puede hablar sin estar necesariamente de acuerdo en todo, personas que me hacen reír (con ellos y no de ellos), personas a las que les gusta como soy sin que eso les suponga un trauma, o una frustración. 

Y no me importa tener a esa gente en muy pocos momentos. Saber que existen y que están ahí es suficiente. Muchos se aburren solos, necesitan hacer cosas con alguien constantemente. Hace poco me preguntaba un amigo (uno de los que no saben estar solos), si es que yo no necesitaba a las personas. Le dije que no; rotundamente no. Elijo rodearme de personas, pero no por necesidad sino por placer. Cuando algo que es un placer se convierte en una necesidad hay que volver al principio del libro porque ya te has perdido algo... 

Yo en ese sentido me siento bastante privilegiada. No necesito a nadie para no aburrirme. Y ahora que me ha dado por la wellmania, menos aún. Ni siquiera tengo tiempo para hacer todo lo que tengo que hacer. Pero pocos trabajos hay tan divertidos como inventar chorradas y llevarlas al absurdo, como hago en la revista, o crear cosas que sólo existen en tu imaginación, y darles forma de algo, aunque no salgan bien, o no se entiendan, o puede que ni gusten. Y hablando de la revista, dejo por aquí mis artículos de los últimos dos números de El Batracio Amarillo, y espero encontrarme con mucha gente (interesante o no) en el festival "Acordes & Viñetas" que organizan en Motril a finales de agosto.








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