lunes, 16 de marzo de 2020

Encerramiento

Pues sí, como (casi) todo el mundo, llevo encerrada en casa desde el viernes pasado. Aún no estoy de color amarillo simpson porque eso de tirarme varios días seguidos sin salir, ya lo he hecho muchas veces por elección propia, pero cada vez va siendo más necesario tomar el aire, caminar y escuchar el ruido que hace la vida. No sé si esto durará los 15 días estipulados por decreto, si se levantará antes el estado de alarma o si, por el contrario, se incrementará en 15 días más, pero las consecuencias (sobre todo en el último caso) van a ser terribles. Ya no solo a nivel personal sino a nivel económico y social. Razones no faltan para estar, como estamos, con el culo apretao, porque si no conseguimos bloquear el virus rapidito, el remedio va a ser peor que la enfermedad.
Mi abuelo decía que los años bisiestos son años de catástrofes ("Año bisiesto, ni viña ni huerto", "Año bisiesto, año siniestro", etc.) y todo esto que estamos viviendo lo confirma. Yo por mi parte pensé, que el 2020 me venía sonriendo: nuevos proyectos, reconciliaciones, fortaleza emocional, llegar y besar el santo en Barcelona... y ahora, de pronto, bolos suspendidos, nada de ensayos, cosas que pagar y cero ingresos, no sé... Habrá que vivir al día con tranquilidad y esperar lo mejor, supongo.
Yo que soy muy de listas, me he hecho una lista de cosas que hacer durante la cuarentena y de momento voy bien: lectura atrasada, limpieza general, repaso de canciones, series y pelis pendientes, ordenar armarios y cajones, y no descarto grabar vídeos para seguir entreteniéndome con mi editor. Tengo además una azotea a la que puedo subir y mirar el cielo, un perro al que pasear para que me dé el aire y una nevera que llenar y que me obliga a ir al super (aunque esto último intento evitarlo porque la peña está muy loca). Y entre esto, los memes simpáticos que van saliendo, el sentido del humor que hace que el ingenio se agudice en tiempos de crisis y, sobre todo, el bendito whatsapp, el encerramiento se hace más llevadero.
Porque a pesar de estar lejos, estamos más cerca que nunca.

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