viernes, 7 de febrero de 2020

Lazos

Hay lazos invisibles que nos mantienen unidos a otros. A veces se vislumbran en detalles muy concretos, a través de las palabras o con determinadas acciones inesperadas, y en ocasiones, en el silencio más absoluto, tienen forma de corazón. Lazos a los que nos empeñamos en poner nombre para darle un significado, pero que muchas veces ni siquiera lo necesitan. Los lazos unen, y esa unión ya va cargada de sentido propio. Pero también un lazo se puede romper y, por tanto, dejar de unir. Y eso también tiene su propio significado.
A falta de pocos días para seguir enlazando capítulos o llegar de una vez al desenlace, una no sabe si apretar el nudo o pillar la gripe. De momento va ganando mi inflamación de garganta, pero no creo que tenga la suerte de no poder elegir (por extraño que suene). "Ya veré sobre la marcha", me digo mientras recopilo los greatest hits de los últimos álbumes mirando de reojo el hecho inoportuno.
Puede que sólo sea una escena imaginaria, un "todo es posible en Granada", un paréntesis en el curso natural de las cosas o un mero recreo; si no despego los pies de la tierra y sí los labios del vaso, puede que hasta salga bien. O puede que me reafirme en mi propósito a última hora si el sueño viene torcido y el espejo le da la razón.
Pero en el caso de hacer acto de presencia, buscaré la calle perfecta (con lluvia o sin ella) y el lugar más acogedor para interpretar mi papel sin saltarme una línea, sin que se note un suspiro de más ni un beso de menos, y sin acabar la función con la misma escena final.
Así pronto se verá lo que da de sí este lazo.

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