lunes, 25 de febrero de 2019

Un día como hoy


Hoy he soñado que soñaba. Dentro de mi sueño, alguien me daba la oportunidad de soñar con lo que yo quisiera, y recuerdo perfectamente cómo me iba quedando dormida y empezaba a soñar (un sueño dentro de otro, creo que no me había pasado nunca). El caso es que recuerdo más el sueño que elegí soñar que el sueño original, del cual sólo alcanzo a distinguir a mi prima pequeña caminando por una calle de Motril que queda justo al lado de la antigua casa de mis abuelos, a mi madre en una cafetería hablando conmigo (¿o hablando de mí?) y poco más. Recuerdo con mucha más claridad, sin embargo, que en ese sueño yo soñaba con alguien y su cara era nítida. Alguien a quien llevo sin ver casi un año entero. Y me lo encontraba en algún lugar, y él estaba exactamente igual a como lo recuerdo y decía las mismas cosas con el mismo tono de voz. Volver a verlo en ese sueño revivió momentos pasados, y la sensación al despertar (al despertar dentro del primer sueño) fue de reproche hacia mí misma. Porque de todas las cosas que podía haber elegido soñar, soñé eso, y me pareció un error. Como sabía que no era real, aproveché para hacer y decir todo lo que quería, pero al “despertar” no me sentí satisfecha. Cuando desperté de verdad esta mañana, la insatisfacción seguía ahí, y ahora era real. La misma frustración, la misma tristeza… pero con la interna serenidad alcanzada tras un año de turbulentas tempestades de agonía. Un día como hoy, hace un año, mi mundo entero se derrumbaba por segunda vez. De esas cosas feas que “tienen” que pasar para que, cierto tiempo después, una entienda el por qué… Ahora el trabajo, el entorno, los amigos, las vivencias conscientes y mejor elegidas, y un futuro esperanzador llenan con más alegría este 25 de febrero.
El sábado pasado comencé a trabajar en Telecinco Live, una expo sobre el mundo de la televisión por dentro que, hasta ahora, sólo podía verse en Madrid. Los actores somos los encargados de guiar al público por las ocho salas, interpretando distintos papeles relacionados con la gente que trabaja delante y detrás de las cámaras y, por supuesto, desde la perspectiva de la cadena en cuestión. No sólo es un trabajo divertido sino que está bien pagado y nos dan todas las facilidades del mundo para combinar horarios de trabajo con otras actividades (como castings o bolos). El 31 de marzo finaliza la expo en Granada y se la llevan a La Coruña, y es posible que me vaya con ellos. Le siguen otras ciudades después, pero veremos primero cómo va todo.
Cuando escribo todo esto, espero que mi yo del futuro y (por qué no) otros lectores lo releamos en momentos bajos, para “aguantar” un poco más y confiar en que pueden venir tiempos mejores por muy negro que se divise el horizonte en el presente. Ojalá mi amigo Raúl hubiera aguantado más. Ojalá hubiera pedido ayuda. Ojalá no se hubiera abandonado. Puede que a veces, el peso que sostenemos sea inaguantable, nos tiemblen las piernas y nos acabe aplastando. Pero antes de dejar que eso ocurra, deberíamos confiar en que alguien nos puede echar una mano y poner el hombro bajo esa enorme piedra. Quizá, entonces, no se nos caiga encima. Sea como sea, abandonar es una opción válida, por dolorosa que nos resulte. Y entiendo, con indefinible terror, que a veces la vida nos está indicando el camino más oscuro para alcanzar por fin la luz. 
Donde quiera que esté, espero que por fin sea feliz.

No hay comentarios: