En
un mundo perfecto donde el miedo, la vergüenza o el orgullo no tienen cabida,
podría decir que entre mis sentimientos encontrados está ese “te echo de
menos”, que a causa del miedo, la vergüenza o el orgullo de este mundo
imperfecto, nunca saldrá, y se consumirá en la hoguera del olvido. Y el ángel
oscuro del hombro contrario volverá a ganar, porque él sabe que para sobrevivir
en la jungla hay que ser más fuerte. Pero a pesar de estar
haciendo lo más sensato, lo más prudente o lo que me veo obligada a hacer, hay
momentos en que desearía cambiarlo todo, y que, aunque el final sea el mismo, exista una ínfima posibilidad de cambiar el
principio.

Queda
nada para mi cumpleaños y aunque ya ni tenga piso, me gustaría “celebrarlo”
entre Granada y Madrid, cual boda gitana. Mi gran regalo sería brindar con la
gente que quiero, uno a uno, por el ahora, por lo que fue, por lo que no será jamás. Pero es
desear un imposible... No todos estarán (algunos ni siquiera sé por dónde andan y
otros vuelan por el universo infinito). Pero pase lo que pase, me alegraré al menos de
haber acabado, por fin, con estos malditos 35.
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