miércoles, 28 de diciembre de 2016

El año de mi primera vez

A los que habéis accedido a mi blog atraídos por el título de la entrada, ya podéis dejar de leer porque no va por ahí la cosa. A los demás, os cuento... Siempre hay algo que hacemos por primera vez, pero yo en un año, he hecho por primera vez muchísimas cosas. Y como al año le quedan cuatro días es buen momento para hacer balance.
El 2016 ha sido intenso, ni mejor ni peor, intenso. La palabra es ambigua, lo sé, y abarca mucho... Este año que se nos va me ha brindado la oportunidad de bailar en un escenario, interpretar un micromusical, tocar el ukelele en directo, cantar con un grupo de música, hacer de camarera infiltrada, guiar a turistas por una ruta de tapas, montar a caballo, presentarme a castings publicitarios... y todo por primera vez. Sí, he hecho muchas cosas por primera vez en solo un año y si me pongo a pensarlo bien, tengo hasta mérito. Porque ahora, a toro pasado, una piensa que tampoco es para tanto, pero hay que darle a las cosas el valor que merecen. Sí es para tanto, es para mucho. Hasta pocos segundos antes de hacer todas esas cosas pensaba que no podía, que la iba a cagar, que no era para mí. Sin embargo lo hice, tiré palante, y eso por sí solo ya vale mucho. Tuve dudas, infinitas dudas, con casi todo: "yo no soy bailarina profesional, me va a salir fatal", "yo no voy a poder hacer un micromusical, es mucha tralla, muchos pases, me voy a quedar afónica", "yo no sé qué hace una camarera infiltrada, para qué me meteré en estas cosas", "yo me caigo del caballo seguro, nunca voy a aprender a galopar y menos a saltar", "yo no soy cantante, no puedo afrontar todo un concierto"... Todo eran dudas, todo inseguridad, todo yo misma tal cual... Pero yo misma tal cual también despejo las dudas, también insegura me tiro a la piscina, y con miedo o sin miedo, me animo a hacer lo que haga falta. Tiemblo al principio, pero basta con hacer algo por primera vez para que todo lo malo desaparezca (miedo, dudas, inseguridad, nervios) y a la segunda me vengo arriba. Y no soy la mejor en nada de lo que hago, eso seguro, pero lo hago, y al menos ese mérito me lo voy a reconocer (que siempre me estoy tirando piedras, carajo). Y cabezona que es una, si veo que puedo hacer algo, el siguiente paso es hacerlo mejor, y en eso también me anoto un tanto. Soy muy curranta yo, y eso resulta que se acaba notando. Y sin ser la mejor, consigo no ser mala.
A otro nivel más personal el año ha tenido de todo, pero no como novedad: no me han puteado por primera vez, no me he sentido traicionada por primera vez, no me han dado con la verdad en las narices por primera vez; tampoco me han felicitado por primera vez, ni me he enamorado de tonterías por primera vez, ni me he sentido especial y querida por primera vez. Así que en ese terreno, seguimos como siempre, que al fin y al cabo, es como tiene que ser; la vida sin más. Con sus cosas buenas y sus cosas malas.
Creo que en general ha sido un año de siembra, de aprender a golpes, de valorar y tomar decisiones que no he sabido tomar. Un año de desengaños y de ilusiones corrompidas, que en cualquier caso no cambiaría. Quizás el 2017 toque recoger y todo lo aprendido me sirva para algo.
Pero quedan cuatro días, y el mundo puede cambiar en un segundo en realidad. En estos cuatro días tengo una nueva prima, tengo un bolo en Dólar con Jalea Teatro, y un encuentro que no sé muy bien si hará que me pierda más, pero que estoy deseando descubrirlo. Siempre para mí, para mis adentros, para mi imaginación. El norte queda por allí, lo tengo claro, pero deja que vea lo que hay por este lado... He encontrado muchas respuestas en el fondo del vaso, que si algo bueno tiene, es la sinceridad más sincera. Así que lo mismo hay suerte, y el vino me acompaña en estos últimos días de un año tan intenso, y puedo anotar en la lista otra "primera vez".

No hay comentarios: