El domingo madrugué para tener un ratito para mí antes de que llegara la familia con tarta, velas y demás. Me paré a pensar en todas las personas que se habían quedado en el camino en cuestión de pocos meses, algunas de las cuales consideraba cercanas. Pero también pensé en las muchas otras que sin ser tan cercanas me han sorprendido para bien. Y debe ser cierto eso de que nadie se cruza en tu camino por casualidad ni tú entras en la vida de nadie sin ninguna razón. Algunas de esas personas quisiera no tener que volver a verlas, y otras me deben una explicación y una disculpa que sé que nunca llegará… Pero lejos de agobiarme decidí ordenar un poco lo que será el verano que se avecina, felizmente con muchos bolos cerrados y otros por confirmar, y buscando el hueco para hacer todo lo que tengo previsto después de septiembre.
Este fin de semana repito en microteatro, y ya voy sin más expectativas que llenar un pase tras otro, sobre todo porque cuando se acabe cierro una etapa importante, y empiezo a pensar en lo próximo, quizás un musical, para lo cual necesito estar en buena forma física y he decidido traerme la bici a Granada y apuntarme a clases de baile.
Como dice un experto en vida “lo que viene es mejor, siempre”.
Y cada uno en su camino
Va cantando espantando sus penas
Y cada cual en su destino
Va llenando de soles sus venas.
Y yo aquí sigo en mi trinchera, corazón
Tirando piedras, contra la última frontera
La que separa el mar del cielo
Del color de tus maneras
La que me lleva a la guerra, a ser semilla en la tierra.
(C. Chauen)
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