miércoles, 12 de marzo de 2014

Si estás o no

Son demasiados los canales que dejo abiertos cada día, cada noche. Como si se repitiera algo que no debería repetirse. Como si al avanzar un paso retrocediese dos. No me muevo del sitio al final… es todo lo demás lo que parece alejarse. Y planto la semilla de una señal que se pierde entre las redes de una morbosa tela de araña. Dice el gato de Chesire que no importa el camino que escojas si no sabes a dónde te diriges, y Alicia crece un poco más… Pero mi País de las Maravillas está lleno de monstruos que se han equivocado de cuento. Se han escapado del País de las Tinieblas.
En el país de las tinieblas la soledad reina. Hay fantasmas en cada esquina y el miedo va de tu mano y no te suelta jamás. Vives temblando porque hay un monstruo llamado angustia que susurra en tu oído en mitad del silencio. Siempre es de noche en este país y no existe una luna que alumbre camino alguno. Todo es oscuridad y el único sonido son los lamentos de seres que no puedes ver ni tocar, que están muy lejos en algún infierno de los alrededores. La mano fría de la muerte te acaricia por las noches para que no puedas ni cerrar los ojos y lo único que ves es una gran sombra; lo único que oyes, el llanto. Hace frío, huele a enfermedad. El país de las tinieblas es un agujero negro en el centro de la tierra, donde las almas doloridas vagan locas y desesperadas. No hay nadie, no hay nada. El único modo de salir es que alguna persona del país de la luz te eche de menos lo suficiente como para venir a buscarte (solo desde fuera se encuentra la puerta de salida). Si no se da, hay otra forma de salir, pero nadie ha vivido para contarla.
Más al fondo, o quizás no tanto, hay otra habitación que ocupa un espacio importante. Se llama Pasión y me lleva por donde quiere. Me mueve, anulando todo rastro de sensatez, a la magia, al deseo, a saltar sin red. Lo domina todo, y quema, y suda lo indecible. Y se precipitan todo tipo de imágenes escalofriantes, sucias, y en blanco y negro. Y hay lluvia, y luces rojas, y espejos, y calles vacías. Hay laderas con luna llena, y estrellas en el cielo. Un banco, un telón, escenarios de madera. Y hay palabras que significan lo contrario, y todo es de verdad. Todo es de verdad. Y mientras dura la función te conviertes en creyente de cada gesto o mirada o sonrisa. Te abrazas a eso, y mueres un poco más. Y mueres porque estás vivo. Y no hay más.



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