Lo que pasa cuando nada parece estar pasando...
Volver a lugares bonitos, descubrir rincones nuevos, cumplir hasta con lo que parecía más difícil y ser recompensada por ello. Ir ascendiendo muy poco a poco, muy paso a paso, pero con decisión y firmeza. Sin pausas innecesarias, sin parones interminables, sin tiempo para calcular.
Y lo que va lento, va a alguna parte. Probablemente al mismo baúl donde van las cosas que pasan de largo pero dejan huella.
Y lo que va lento, va a alguna parte. Probablemente al mismo baúl donde van las cosas que pasan de largo pero dejan huella.
Me queda un bolo importante a la vista, y una nueva ruta en lo que queda de abril (todo en el mismo fin de semana, claro, quién necesita respirar). Y entre bolos, viajes, artículos y cástings (¡hasta me han contactado por LinkedIn para una peli!) los días, las oportunidades y las ofertas se suceden a gran velocidad, y yo sigo cargándome la mochila de trabajo para no ir más allá de lo que sí puedo controlar. Y espero, sin querer, ese clavo de repuesto que lo cambie todo de nuevo. Y confío sin saber en qué. Y me agarro a la suerte de lo que hay (que no es poco).
Y cuando cierro los ojos sólo veo lo que quiero ver, y al abrirlos estoy un paso más allá. Entonces recuerdo quién soy, y por qué me voy, y todo se queda de nuevo en un hola y adiós.
Y cuando cierro los ojos sólo veo lo que quiero ver, y al abrirlos estoy un paso más allá. Entonces recuerdo quién soy, y por qué me voy, y todo se queda de nuevo en un hola y adiós.
Lo que quiero que pase entre la quietud y el movimiento...
Conocer bien lo que quiero para saber si, de verdad, quiero lo que quiero.