sábado, 13 de julio de 2024

Red-letter day

La pasada noche de San Juan me armé un plan de ensayos que empezaría el 24 de junio; sin saberlo, un día señalado para otra persona (y de rebote, también para mí), ya que ese día acababan las votaciones de algo que se sabrá en julio, y que, sin saberlo, resulta ser el mismo día en que yo acabo mi plan de ensayos. 
Esa noche de San Juan el directo comenzaba con una intrigante canción (24-25), aunque yo no lo vi hasta el 24, en la víspera del otro día señalado, el 25. Todo muy "conveniente". 

A esas alturas ya estaba entendiendo otra vez (a ver si es la última) algo que ya debería haber entendido en el pasado, pero se me escapaban las razones. ¿Y por qué buscarlas? Tampoco las hubo en su momento. ¿Por qué tiene que haber razones? A veces, las cosas son como son. A veces, la gente es como es. ¿Razones? No creo que las sepa nunca, y si así fuera, no creo que llegase a entenderlas. De hecho, estoy en el mismo sitio por tratar de entenderlas entonces. He necesitado mi tiempo para recoger de nuevo los pedacitos rotos que quedan después de la explosiva verdad. Y he vuelto a construir con ellos una renovada esperanza de éxito. No creo que hagan falta las palabras, las explicaciones, o los reproches. Las cosas siguen pasando hasta que las entiendes. Y cuando lo consigues, aunque haya costado, te ves envuelta en una energía rara que te empuja en otra dirección, y te lleva lejos de los lugares conocidos donde ya sólo quedaba estancarse. Lo que necesito lo tengo, y si necesito más, lo tendré (y con esa ligereza que da el no forzar nada). Y lo sé porque cuando una busca, encuentra. Y si te concentras un poco, lo encuentras rápido, porque está en cada detalle. 

Muchas lecciones aprendidas este último mes. Muchas respuestas. Muchos caminos abiertos. Y mucha responsabilidad para no darle un mal uso a todo lo aprendido, y sobre todo, para no precipitarme y perderlo. Siento como si tuviera que proteger algo muy valioso de todo tipo de amenazas, manteniéndolo a salvo de las garras de bestias incansables. 

Y con esta bombona de oxígeno para el alma, y la certeza de lo indescriptible encaré el último cásting que me entró hace apenas dos días. Un cásting que también traía "mensajes" en su descripción, y que fue lo que hizo que me lo tomara con más optimismo del habitual. Tanto me lo creí, tanto, tanto confié en mi suerte, que al acabar de mandar los vídeos que pedían, me entraron unas inexplicables ganas de llorar. Y no sé si eso tiene más de una lectura, pero para no sabotearme, mejor me despreocupo, y me centro en seguir las indicaciones. Me asusta tanto acertar como equivocarme (aunque, obviamente, hay miedos que saben mejor). 

Mañana se la juegan España e Inglaterra, en esa final de Eurocopa que tanto quería. Acerté con eso, quién sabe... lo mismo vienen más días señalados después.