lunes, 23 de junio de 2014

Pide un deseo...

Como la puta y la ballena yo me voy a morir al mar, como el Nano y su Mediterráneo, como la más común de las sirenas y como sus hipnotizados marineros. En la noche  de San Juan, desde este rincón de Granada, me baño en otras aguas menos cálidas de un cielo que se nubla por momentos. Desconectar es fácil, aunque a veces no quedan lugares donde recogerse. Cuando la vida se vuelve difícil está bien saber que hay gente que te escucha, que te entiende y que te aconseja. Puede que no cambie nada, pero por dentro ayuda mucho. Me hacen gracia los místicos de medio pelo que pregonan el amor a la vida y un optimismo desmesurado hacia ella con frases tipo “si la vida te da razones para llorar demuéstrale que tienes mil razones para sonreír”. No sé yo… si la vida te da razones para llorar pues llora, coño. Y ríete cuando te de razones para reír. No se puede ir contra natura, ni obligarnos a sentir lo que no sentimos. No se solucionan los problemas mágicamente siendo optimistas, y todas esas cosas que se leen por ahí rollo Dalai Lama son muy ciertas (algunas, otras son pavadas como castillos) pero en la práctica estamos todos igual de perdidos. Cuestión de actitud, ya lo sé, pero no nos engañemos con filosofía barata. A la vida hay que meterle mano como venga y a veces hay que dejar que ocurra al revés.
Confesarse, por otro lado,  no está tan mal, especialmente cuando al hacerlo también otros se confiesan ante ti y te sientes menos sola, y desdibujas fantasías, y la imaginación se pone de tu parte y te da alas nuevas para volar. Si esta noche se cumplen los deseos, habrá que pensarlos bien. Pero, sobre todo, creo firmemente que para que los deseos  se cumplan, primero, hay que desearlos de verdad, y segundo, hay que hacer que pasen. Yo, este año, he tenido la suerte de haber estado arropada por personas que quiero. “En la Luna Teatro” me ha salvado en muchos sentidos y me ha regalado los mejores momentos. Pero todo se acaba, y después de verano, aunque seguiré en la compañía, tendré que ver dónde me meto para no dejar de trabajar. ¿Desear encontrar ese sitio? Más bien, buscarlo…
Se cierran etapas y las despedidas estos días tienen nombres de chica: Luján, Lali, Alicia… pero yo me quedo y todo sigue su curso, y mañana puede haber reencuentros (deseados o no) y solo el tiempo nos contará la historia completa un día, y quizá entonces entendamos muchas cosas. A veces pienso que llevo diez vidas detrás…  
Algo que también se acaba, al menos de momento, es “Wendy y Pamela” y este tráiler es lo que queda de muestra. Me cambio el color verde de las uñas de Pamela y me las pinto de azul hoy. Y como una cosa lleva a otra, Jose M. Anguiano (director de cine, amigo de Carmen, que vino a vernos a Microteatro) me ha dado un papel en su próximo cortometraje.




No sé si se cumplirán mis deseos esta noche pero seguir soñando con ellos es una buena forma de “tirar palante”. Y así le canto a la vida y a mi particular Bobby McGee, para que me lleve de Baton Rouge a San Francisco, de California a Kentucky y que luego me devuelva al mar... 
(“Feeling good is good enough for me”).


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