Por otro lado, hablando de hombres que proponen, hay casos en los que dios no pinta nada sino que son los propios hombres los que proponen y disponen a su antojo. Entre dios y los hombres contenta me tienen... Sigo esperando respuesta del último casting al que me presenté que, de salir, daría un nuevo giro a los acontecimientos; supondría trabajo, el trabajo dinero, y el dinero facilidades (aunque lo más difícil de todo no tenga nada que ver con el bolsillo).
Me he levantado a las 7:30 con la idea de hacer vida normal sin pensar más allá de hoy, pero la sensatez me ha frenado cuando estaba a punto de salir de casa. Puede que parte del juego de "hacerse mayor" implique ser previsora, cosa que nunca me había preocupado antes, especialmente porque yo soy muy de vivir al día, pero eso es más o menos fácil cuando tienes un colchón. Cuando el colchón empieza a desaparecer no queda otra que darle más de dos vueltas a las cosas y tomar decisiones adultas (qué palabra de mierda). La mente siempre va a buscar la forma de mantenerte en la comodidad, es un mecanismo extraño pero creo que diseñado para eso. El trastorno viene cuando la cabeza y las tripas no se ponen de acuerdo, y ni hablar del corazón...
En un acto de rebeldía, esta noche yo propongo y yo dispongo, y con esa premisa me tiro a la calle a mojar las penas como los buenos borrachos (sin gastar demasiado, claro) y puede que hasta consiga desconectar y vuelva a ser joven y despreocupada por unas horas. En vista de que todo lo que tenía pensado hacer hoy se ha venido abajo habrá que improvisar, y casi siempre lo improvisado sale mejor.
Lo único bueno de tanto desorden es que me obliga a sincerarme; conmigo y con la gente que me importa (por insignificantes que ellos se crean) y cuando la verdad está en bandeja no hay nada que temer. Otra cosa es que se entienda, que guste o que se acepte. Ahí ya no puedo entrar. Yo lanzo la pelota pero cómo la reciban los demás escapa a mi control.
Y con este tema, que es un canto al pesimismo, cierro el mío aunque solo sea por cabezonería, y me reciclo al menos por hoy para encarar el sábado como mejor pueda. Hoy ya no tengo ganas de lamentarme más. Además soy perfectamente consciente de que mis problemas no son en realidad tan graves, y que solo tengo que sacar la cabeza de mi burbuja para saber que no estoy sola, que siempre habrá algo a lo que atenerse y que las estrellas no brillan sin oscuridad.
"Últimamente" (Ismael Serrano)
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