El tiempo pasa lánguidamente, todo avanza a un ritmo lento y
torpe. Me enfado con los relojes y los calendarios. Detesto este infinito mes
de enero y el vértigo de sus horas eternas. Y en medio de todo esto hay proyectos
que nacen y otros que mueren, hay estampas de paisajes con nieve, luces de la
ciudad al atardecer, un cine solitario, películas que hablan de amor, escapadas
que no hago y recuerdos que no olvido. Y sigo insistiendo, y esperando, y
queriendo creer, pero no pasa nada… Y solo la luna parece decirme algo, pero
también me he cabreado con ella y ya no la escucho.
Tiempo de ermitaños. Tiempo de valientes. Tiempo de
pacientes.
No es mi tiempo.
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