Septiembre siempre me plantea muchos
interrogantes. Por manido que suene, es la época en la que algunas cosas acaban
y otras empiezan. Se acaba el verano, la desconexión, las vacaciones, y
comienza todo lo demás. En mi caso, todo lo demás es trabajo, y gran parte de
éste se me ha acumulado en el mismo mes. Tanto es así que he tenido que
rechazar convocatorias de casting, cancelar algún bolo y posponer algún otro. Nunca
sabes si estás eligiendo bien tus cartas. ¿Tendría que haber hecho esto en
lugar de lo otro? ¿Me interesa más lo que he escogido que lo que he rechazado?
¿He abierto la puerta que me lleva a un lugar mejor, o estoy caminando por el
mismo laberinto una y otra vez?
Una de las cosas que sí he decidido
hacer me llevará a Madrid en un par de días. Y no
sólo a Madrid, al sitio justo de Madrid. A ese lugar inquietante de la calle de
la amargura llamada Loreto y Chicote. "Christian Bale es un
gilipollas" ha sido seleccionada en la II Edición Mínima de Microteatro
Madrid, y durante dos semanas estaremos representándola de martes a domingo.
Dos semanas enteras visitando a diario el lugar donde todo empezó y transitando
su calle melancolía. Pero ahora sí puedo hacerlo. Ahora, que miro con
otros ojos mi vida y que no hay venda que me ciegue ni cadena que me ate, ni sensación
de soledad, ni añoranza. Espero poder decir lo mismo a mi regreso.
Últimamente, todo me está llevando de
vuelta a Madrid. A parte del microteatro, una nueva agencia de representación
se ha interesado en mí para incluirme en su cartera de publicidad, y otra agencia
de ficción estará recibiendo material los próximos días (con un poco de suerte, puede que me acepten). Si me vuelvo de Madrid representada por dos agencias
para dos campos de trabajo distintos, ya habrá valido la pena estar allí. Claro
que actuar en Microteatro por Dinero es una satisfacción por sí sola y una espinita
que me saco, independientemente de la recaudación final y de que exista la posibilidad
de recaer en antiguos errores. En octubre, comienzo también un curso de interpretación
ante la cámara que dirige Montxo Armendáriz, lo que me seguirá llevando allí una
vez a la semana durante dos meses.
Es como si algún patrón se estuviera
repitiendo: las obras escogidas, las agencias, Madrid llamando a la puerta y el
pisito azul nuevamente habitado por su dueño. El muro que levanté en su momento
sólo es traspasado por una señal de wifi, pero eso no quita que en algún
momento se pueda venir abajo. Ya hice una visita al otro lado sin que eso
supusiera daño alguno, pero me fío poco de mí misma como para asegurar que podría
esquivar las flechas.
El mes lo acabo con un concierto de Beba
& Los Rockafeller en Motril y otro microteatro en Granada. Todo lo demás
(castings, entrevistas de trabajo, rodajes y tentaciones) está aún en el aire.
No hay comentarios:
Publicar un comentario