Si
algo me hace alejarme de la realidad es, paradójicamente, poder escribir sobre
ella. O, mejor dicho, reescribirla a mi manera. Cuando la vida se presenta frívola
o carente de emoción, que es lo cotidiano, un fogonazo de extraño romanticismo
es como un oasis en el que me gusta regodearme, y es desde ahí que me animo a escribir. Relatar un hecho sin más, no me supone nada; ahondar en él para que
lo que es, no sólo sea sino signifique, es lo que me hace elevar los pies del
suelo y encontrarle sentido a las cosas.
No
he tenido ni tiempo ni capacidad de reacción para entender cómo me sentía
después de que resurgiera de las cenizas algo importante que ya apenas era un
leve recuerdo difuminado por el tiempo. Un tiempo infinito que parecía no tener
prisa por llegar a ningún lado, y que se negaba a darme alguna pista que
justificara su lentitud. Acabé por resignarme, encontré otros consuelos y
guardé todo lo que quería olvidar en algún rincón de mi memoria, pero sin
ignorar que estaba allí. Y resulta que era cierto y que el tiempo tenía razón,
porque ahora puedo regresar a ese rincón y ver que lo que guardé como un tesoro
al que me negaba a renunciar, estaba tan lleno de polvo que apenas se distinguía
su valor. Se llama perspectiva, y eso… sí, lo da el tiempo.
Temía
y ansiaba a partes iguales que llegara ese día, y cuando llegó, ni el temor ni
el ansia se manifestaron. Todo estaba bien así. Reaccioné con extraña alegría, no me salió ser
distante, o arisca. Olvidé el posible rastro de resentimiento que creía
conservar, y luego entendí que eso significaba mucho más de lo que parecía. Y
aunque la cosa no pase de ahí (o sí… transcurran otros 5 meses, o tres semanas
más) me alegra saber dónde estoy, me alegra saber dónde estamos, y me alegra poder
alegrarme por ello. Me costó un calvario soltar las armas y rendirme, pero
ahora sé cómo funciona la vida y lo espero todo de ella, esta vez, sin
resistencia alguna. Poder “soñar” sin torturarme es lo que me han devuelto a
cambio, sólo que ahora los límites sé ponérmelos yo misma. Ojalá esta
oportunidad, con la que ya casi no contaba, sea el nuevo principio de algo mejor.
(“No
querría perderte…”)
No hay comentarios:
Publicar un comentario