Al filo de las puertas de la magia, que era negra y blanca como el cielo de aquella noche estrellada, donde solo se escuchaba el silencio, y la brisa de mayo entre los árboles, y unas luces lejanas invitaban al descubrimiento. En ese filo peligroso, que mostraba el abismo y el cielo cogidos de la mano, diseñando un futuro incierto, ardiendo entre los dedos el fuego de la incertidumbre. Ahí mismo, en ese filo, nació el tiempo infinito y murió la razón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario