Juan Luis Sotés Navarrete, Bernardo Martín y yo
La foto es cortesía de Susana Escudero, conductora del programa. Aquí está el enlace:
Y entre alegrías, un bolo inesperado que salió para el penúltimo día del año en Sierra Nevada. Allí estuvimos interpretando "Alicia en el País de las Maravillas" en modo animación para un puñado de niños de lo más agradecidos. Y a pesar del frío, el calor humano era mayor.
Puede sonar blandengue, pero como estoy sensible, a mi que me vengan los críos de 2 o 3 años para darme un beso y lloren para que los coja en brazos, pues me enternece... Porque durante una hora han flipado como puede flipar un niño a esas edades, y se lo han creído todo porque la imaginación es maravillosa, y quieren más, y yo me contagio de todo eso y soy más feliz que ellos. Y en semejante paisaje de nieve y luces todo se hace más grande y más bonito. Y ya era de noche y se veía un cielo que no se ve desde Granada en esta época del año y pensé que lo mismo tengo la misión en esta vida de hacer más feliz a los demás haciendo lo que me hace feliz a mi, y así todos ganamos y yo dejo de hacerme preguntas trascendentales sobre el sentido de la vida. No sé... el caso es que gracias a ese bolito, afronté con más ganas la temida Noche Vieja y reté al 2014 a que me siga dando caña, porque en el fondo es lo que me va. He logrado encontrar placer en la adversidad, cual alma masoquista, y como ya me he imaginado todo lo chungo que me puedo encontrar, no me va a sorprender casi nada. Y hablo de lo malo; de lo bueno me sorprendo siempre y espero que siga siendo así.
Noche Vieja en Motril
Deseando que se acaben las jodidas fiestas para empezar el taller de Danza Contemporánea y volver al gimnasio, brindo porque el 2014 apriete pero no ahogue, que al fin y al cabo, como dice esta canción "Qué bonita la vida".
Y si es en Granada, es más bonita aún. Cada esquina de esta ciudad me trae un recuerdo de los cuales algunos me saben agridulces, pero no me importa, porque Granada es mágica, es la ciudad del hechizo, de los amores imposibles, de los cuentos de la Alhambra. Y aunque a veces recordar duele yo me quedo con lo bueno que es mío para siempre, y en un banco de Plaza Nueva dejaré mis iniciales para no irme nunca aunque vuele a NY, o me instale en Madrid. Tampoco pierdo la esperanza ni dejo de soñar...
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