Hace unos días encontré un curso online que me tiene totalmente absorbida. Va sobre cómo desarrollar el potencial del cerebro y activar un montón de zonas "dormidas" que pueden ser despertadas y ayudarte en mil cosas. Me topé con él por casualidad, y le eché un ojo con mucha curiosidad y con poca confianza. Pensaba que sería otro de esos vídeos de frikis esotéricos, que se autodenominan couch sin ningún tipo de pudor, y que venden humo disfrazado de misticismo barato, pero me acabó sorprendiendo. Me encontré con un tipo que me hizo entender (con los datos científicos demostrados en la mano) lo que no entendía y necesitaba entender para poder darle cierta credibilidad al asunto; que explica tan bien el cómo y el porqué, que hasta una mente escéptica como la mía conseguía darle sentido a cada palabra. Y comprender ciertos conceptos me ha abierto un mundo nuevo.
"Aunque parezca superdifícil, te puede sorprender". Escribí esta frase hace más de un mes en modo automático, de manera inconsciente, sin saber lo que estaba escribiendo, cuando andaba envuelta en pensamientos existencialistas, sin rumbo fijo, sin planes claros, sin expectativas realistas, y con la convicción de que todo lo que me imaginaba no eran más que fantasías inalcanzables. Una frase alentadora entre decenas de páginas fatalistas. Esa frase me estuvo despertando cada mañana durante muchos días. Era mi primer pensamiento al abrir los ojos. Se acabó colando tanto en mi cabeza que me hizo reaccionar, me cambió la perspectiva, dirigió mis pensamientos hacia un optimismo que chocaba con mis circunstancias. Poco después encontré el curso, y esa frase cobró todo el sentido del mundo. Bien por ignorancia, bien por el esfuerzo que requiere, la mayoría estamos tan acomodad@s en dejar que las cosas pasen que no nos molestamos en HACER que las cosas pasen. Ahora sé hacia dónde mirar, en qué fijarme, cómo proceder... Este hombre me ha enseñado a pensar, y como si fuera el padre que nunca tuve, me ha alentado a seguir imaginando fantasías inalcanzables porque "aunque parezca superdifícil... me puede sorprender". Eso sí... trabajando mucho.
Yo no creo en magia ni en milagros, pero se siente totalmente así al ver cómo cambia todo por fuera cuando cambias tú por dentro. Y tampoco he cambiado tanto, no es que sea otra persona de repente. Soy la misma con las ideas más claras. Yo ya sabía muchas cosas, pero las tenía desordenadas en la cabeza porque nadie me enseñó siquiera a usarlas. Y cuando de pronto te encuentras con alguien que te da el trabajo hecho (gratis) te dan ganas de viajar a California y besarle los pies, como mínimo, porque te acaba de regalar tiempo, y no hay nada más preciado que el tiempo. Y compensa mucho todo el que tú perdiste dando vueltas, y chocando una y otra vez con el mismo muro que otr@s levantaron contra ti porque no supieron hacerlo mejor. Y tras ese muro se esconde la mayoría, y desde allí se quejan, y se lamentan, y se defienden, y escupen sus ideas infundadas. No quiero ser como ell@s. He estado huyendo de eso toda mi vida (sólo que antes no tenía claro hacia dónde tenía que huir).
Hace una semana hice un bolo más que necesario, y lo supe en cuanto lo terminé, aunque tardé un par de días en entender la razón. Ese bolo era el billete dorado hacia el siguiente, y aunque es una afirmación temprana, sé que no ando desencaminada. Yo sólo puedo controlar mi parte, y preocuparme por lo que no puedo controlar no tiene sentido. Y esto aplica a todo. Cuando sacas de tu mente lo que no puedes controlar, lo incontrolable desaparece, deja de ser un problema; deja de ser, directamente. Sabes que está ahí, pero ya no capta tu atención, se hace débil y acaba desapareciendo de tu mundo. Si estás atenta, hasta te das cuenta de que todo lo que pasa es por algo (algo mejor), y para que te lo termines de creer la vida te pone las evidencias en la cara, y un día despiertas con todas las certezas del mundo tan claras en tu cabeza que te sientes invencible.
Ahora sé cómo proceder, y aunque saberlo no lo hace más fácil (sólo te quita el peso extra que tú misma te estabas echando encima) ayuda a ver las cosas desde una posición infinitamente más sana y constructiva. El azar siempre juega un papel importante, y el gran acto de fe (y mi talón de Aquiles) es confiar en que la suerte se pone de parte de quien no desiste. El próximo 6 de febrero tengo un bolo importante porque muestro mucho material nuevo, y yo sólo puedo intentar hacerlo lo mejor posible. El resto es suerte y una fe ciega en ella.